En
nuestra sociedad existe un escaso conocimiento sobre este tema, incluso dentro
de los profesionales sanitarios. Las creencias y conceptos erróneos se
manifiestan incluso en las historias clínicas donde no se recogen datos sobre
la actividad sexual. Esto, explicado erróneamente en algunos casos, por el
supuesto de que los ancianos son sexualmente inactivos; y en otros, debido a la
incomodidad de formular las preguntas o el temor de no poder responder
adecuadamente a las dudas que plantee el paciente mayor en este tema.
En
una sociedad que está envejeciendo progresivamente, la sexualidad debería
permanecer en una dimensión afectiva, sentimental y relacional durante todo el
curso de la existencia, en el respeto del cuerpo y a los aspectos peculiares
presentes en cada fase de la vida.
Desde
hace algunos años estamos asistiendo a un proceso de transición demográfica que
obligadamente se debe acompañar de un proceso de revisión de la "cultura
de la senilidad" donde se incluye también la variable de la sexualidad.
Estamos, además, en la era del reciclaje: todo se recicla, incluso la vejez.
Pero, en el área de la sexualidad está el peligro de "reciclar al viejo en
un falso (e imposible) joven" con mitos y estereotipos sexuales basados en
la prestación, la eficiencia y en la capacidad de identificarse con un joven
con prodigiosas capacidades sexuales; concepto muy opuesto al antiguo que
relacionaba la sexualidad con la procreación y consideraba al anciano como
asexuado quedando excluido debido a la ineficiencia dada por la infertilidad.
Pareciera que entre estos dos extremos, la sexualidad negada o la sexualidad
impuesta no pudiera existir una imagen sexual en la que los componentes
físicos, psicológicos y sociales se combinaran armoniosamente para crear una
modalidad sexual específica que acompañe esta etapa de la vida.
Definiciones
El
término sexualidad significa muchas cosas para distintas personas y diferentes
etapas del ciclo vital.
Se
define como Salud Sexual
Geriátrica a "la
expresión psicológica de emociones y compromiso que requiere la mayor cantidad
y calidad de comunicación entre compañeros, en una relación de confianza, amor,
compartir y placer, con o sin coito" (Maslow).
Así
en la vejez el concepto de sexualidad se basa fundamentalmente en una optimización de la calidad de la relación, más que en la
cantidad de ésta. Este concepto se debe entender en forma amplia, integrando en
él, el papel que juega la personalidad, el género, la intimidad, los
pensamientos, sentimientos, valores, afinidades, intereses, etc.
Fundamentos para comprender la sexualidad en la vejez
En
la sociedad contemporánea el anciano, por el hecho de serlo, presenta más
indefensión, y en el plano estricto de la sexualidad, la sociedad también le es
hostil.
En
efecto, el proceso de envejecimiento da lugar a una mayor fragilidad orgánica,
a un aumento de la vulnerabilidad frente a las enfermedades y en general a
cualquier tipo de agresión.
Además,
el proceso de envejecer se caracteriza
por ser la única edad que no introduce a otro ciclo de la vida y por ser el
momento más dramático de la existencia: la etapa de
"las pérdidas" y de "los temores". Pérdidas de todo tipo que se producen en
esta etapa de la vida: del papel productivo, de la capacidad laboral, posibilidad
de perder la pareja, los amigos, los hijos, disminución de eficiencia física y
de la independencia psicológica, etc.
Temores: temor a la soledad, al aislamiento, a la
incomprensión, a la falta de recursos económicos, a la discapacidad, a la
fragilidad, a la dependencia.
A
esto se suma que en esta
etapa se experimentan sentimientos contradictorios frente a la sexualidad y los
temas relacionados con ésta evocan actitudes y reacciones muy distintas.
Todo lo anterior sitúa al anciano, como individuo y como colectivo, en una
posición de evidente debilidad (Herrera A., comunicación personal).
Todos
los prejuicios sociales castigan al anciano, privándolo de su derecho a
mantener su actividad sexual satisfactoria. Esto, sumado a los cambios
producidos por el envejecimiento en la sexualidad y a la dificultad o falta de
interés por estudiarla, nos lleva a una gran ignorancia en el tema, hacen que
parezca hasta "improcedente" plantear siquiera la posibilidad que los
Adultos Mayores (AM) vivan su propia vida sexuada. La gran mayoría de la
sociedad e incluso gran parte de los profesionales sanitarios parecen pensar
que el anciano es un "ser asexuado".
Comportamiento sexual de los ancianos
Dentro
de los factores implicados en las modificaciones del patrón sexual y en el cese
de la actividad sexual es indudable que el proceso de envejecimiento juega un
papel importante.
Con el envejecimiento fisiológico se
producen una serie de cambios anatómicos en los órganos sexuales de los
ancianos, que se acompañan de modificaciones funcionales en las distintas fases
del ciclo sexual
PRINCIPALES CAMBIOS ANATOMICOS EN LOS
ORGANOS SEXUALES CON EL ENVEJECIMIENTO
|
Varón
|
Mujer
|
|
Angullo
peneano-abdominal
|
¯ Tamaño ovario, trompa y útero
|
Ø Tamaño testicular
|
¯Longitud vagina
|
< Ascenso testicular con la erección
|
Atrofia de los labios mayores
|
Tamaño prostático
|
Atrofia de la mucosa de endometrio, cuello y
vagina
|
|
Adaptado de Cruz Jentof A. y Ribera Casado JM
(1992).
|
PRINCIPALES CAMBIOS FUNCIONALES EN LOS
ORGANOS SEXUALES CON EL ENVEJECIMIENTO
|
Varón
|
Mujer
|
|
Erección más lenta y menos
completa
|
¯Hormonas sexuales circulantes
¯Lubricación vaginal
|
|
|
Descenso rápido de la erección
tras la eyaculación
Frecuencia eyaculación retrógrada
Orgasmo duración corta
|
|
|
Orgasmo duración corta
¯ Número contracciones orgásmicas
¯Intumescencia clítoris
|
Período refractario prolongado tras la
eyaculación
|
Rápido descenso tras el orgasmo
|
|
Adaptado de Cruz Jentof A. y Ribera Casado JM
(1992).
|
Factores fisiológicos
El
DSM IV reconoce cuatro fases en el ciclo sexual humano: excitación, plateau,
orgasmo y resolución.
Factores biológicos en el hombre anciano
La
duración e intensidad de su ciclo sexual cambia incluso en ausencia de factores
patológicos.
Fase de excitación: el anciano necesita más minutos que el joven
para lograr la erección y esta es menos firme además, se reduce la respuesta
visual y táctil respecto a los jóvenes.
Fase de plateau o meseta: es más larga por disminución de la fuerza
del músculo cremaster con disminución de la elevación testicular.
Fase de orgasmo: es más corta y con un menor volumen de
líquido seminal.
Fase de resolución: la pérdida del volumen peneano es más rápida
y el período refractario está alargado.
Factores biológicos en la mujer anciana
Todas
las fases del ciclo se mantienen pero con una intensidad menor.
Fase de excitación: la fase de expansión y lubricación de la
vagina está más alargada.
Fase de plateau: la elevación del útero está disminuida; la
duración y la intensidad a la estimulación sexual para lograr un orgasmo está
aumentada.
Fase de orgasmo: las contracciones musculares para el
orgasmo existen pero disminuidas en número e intensidad, pudiendo haber
contracciones dolorosas.
Fase de resolución: está más alargada que en las jóvenes y
presentan una reducción de la capacidad de multiorgasmo (Tablas
I y
II).
Factores hormonales
La testosterona juega un papel secundario en
la reducción de la capacidad sexual, siendo mucho más
importante las vías monoaminérgicas del sistema nervioso central las que al
estar alteradas en el envejecimiento serán menos sensibilizadas por los
andrógenos.
Estos
cambios deben ser bien conocidos tanto por el personal sanitario como por los
propios ancianos, evitándose así una interpretación errónea de los mismos que
pueda repercutir negativamente sobre la actividad sexual de este grupo etáre. Este conocimiento permitirá una
mejor adaptación a los cambios fisiológicos del proceso de envejecimiento y la
adaptación de la actividad sexual de la pareja de ancianos a dichos cambios
permite una sexualidad más completa, positiva y gratificante.
A
los cambios derivados del envejecimiento fisiológico se pueden sumar la
repercusión de otras patologías orgánicas crónicas y el consumo de fármacos.
Estos pueden modificar el comportamiento sexual del anciano ya sea por
alteración del sistema hormonal, o por las secuelas físicas y/o psico-sociales
de las enfermedades crónicas que pueden originar algún grado de discapacidad.
Comportamiento sexual en la vejez
Los
cambios fisiológicos, anatómicos y funcionales (Tablas
I y II),
en los órganos sexuales en los ancianos no condicionan obligadamente el cese de
la actividad sexual, sino que exigen una adaptación del comportamiento sexual a
su nuevo funcionamiento, evitándose así frustraciones y situaciones de ansiedad
ante las siguientes relaciones sexuales, que podrían llevar al cese innecesario
de la actividad sexual.
Está demostrado que el sexo y la sexualidad
juegan un papel importante en el envejecimiento saludable y pleno;
sin embargo, las personas ancianas tienen una conducta sexual heterogénea en
relación a sus apetitos e intereses. Además de los factores previamente
mencionados que afectan la conducta sexual en el anciano (envejecimiento
fisiológico, patología crónica, efectos secundarios de medicamentos) se suman
los factores sociales que inciden fuertemente en la actividad sexual en la edad
adulta.
Factores sociales
1. Autopercepción del atractivo sexual
La persona que mantenga una percepción
positiva de su cuerpo y de su pareja mantendrá relaciones sexuales
satisfactorias
La
sociedad, en general, cree que las ancianas son las que pierden más pronto su
atractivo sexual, posiblemente debido a que se produce una pérdida más precoz
de la capacidad de procreación en relación con el hombre.
Situación de la mujer mayor
En
un mundo donde se privilegia a la juventud y la productividad no es difícil que
exista miedo a "llegar a ser viejas", ya que, poco a poco, se les
considera inútiles o "ya no útiles".
El
climaterio anticipa este "sentimiento de vejez" en la mujer,
sentimiento que en el hombre sucede dos décadas después, cuando comienza a
perder prestigio (Herrera A., trabajo no publicado).
En
general, para las mujeres la sexualidad sigue siendo algo negado, víctimas de
la educación y la cultura. Es
un mito que se pierde el apetito sexual. Lo único que se ha probado es
que la duración de la fase orgásmica en la mujer de 50 a 70 años sufre una
disminución paulatina que no tiene mayor importancia (Master
y Johnson 1981).
Muchas
mujeres creen erróneamente que terminada su función reproductiva se pierde,
también, la función sexual. Pero, la sexualidad permanece sin muchos cambios. La respuesta sexual física a la
estimulación se mantiene a pesar de los cambios hormonales de la posmenopausia
(lo que se puede obviar con administración de hormonas femeninas). De acuerdo a
los estudios de Master
y Johnson (1995), la actividad sexual periódica protegería contra
las alteraciones fisiológicas del envejecimiento en la anatomía sexual femenina.
En
nuestra experiencia hemos
comprobado que (Herrera A., trabajo
no publicado):
- Los cambios físicos sufridos, secundarios
al proceso de envejecimiento, no han logrado afectar en gran medida la
sexualidad de la mujer AM, más bien han sido capaces de adaptarse a ellos
(excepto, el hecho de presentar una menor lubricación vaginal, dependiendo de
si la mujer recibe o no terapia de reemplazo hormonal).
- Las mujeres perciben su sexualidad como un
aspecto relevante en sus vidas y el sexo está vinculado a su intimidad y al
amor hacia su pareja: es una expresión más de amor.
- El amor se constituye como parte
fundamental de la relación de pareja y en su vida en general,
los años de convivencia no han menoscabado su intimidad, es más, demostraciones
como abrazos, besos y caricias se observan en la cotidianidad de muchas
relaciones. La mayoría
concuerda que la vida en pareja es digna de vivirse.
-
Uno de los hechos más relevantes a sido comprobar que uno de los mitos que más
fuertemente existe para la sociedad en general, para los AM, y muy
particularmente para la mujer AM, ya es prácticamente inexistente: La salida de los hijos del hogar
afecta de forma positiva la vida en pareja y la vida sexual, dado que
pueden contar con un mayor espacio físico lo cual les ha permitido una
sexualidad más libre, no siendo necesario esperar el momento adecuado para
tener relaciones sexuales y disfrutar de la mutua compañía: se cambia el mito de
"síndrome de nido vacío" por el de "misión cumplida".
- Otro mito que se está derribando en
nuestro medio es que la mujer mayor no requiere del sexo,
que es innecesario en sus vidas y de que es impropio, "anormal", a
sus años; mayoritariamente se observa una paulatina disminución del prejuicio
"el sexo en el adulto mayor". Las mujeres no perciben el sexo como
algo malo e incorporan el acto sexual como parte de sus vidas. Ya la sexualidad
no está solamente relacionada con la procreación, sino que, es una parte
integral de sus vidas. Pero, surge una contradicción ya que por otra parte, a
las mujeres les resulta difícil asumir que tienen deseos sexuales, por tanto
tienden a esperar que sea su pareja quienes las busquen e inicien la relación
sexual. Esto se debe en gran medida a la socialización recibida por esta generación,
lo que conduce en algunos casos a una disociación entre un discurso
aparentemente abierto y una experiencia sexual negadora de placer.
-
Además, se observa que
para las mujeres adultas mayores el mantener relaciones sexuales significa un
acto de entrega, ligado a la necesidad emocional. Para muchas la belleza
es clave en la percepción de la sexualidad. Para algunas el sentirse deseadas
sexualmente pasas por el seguir sintiéndose bellas. El deseo de no verse
"viejas", pasa por el culto, de la belleza juvenil y la belleza
física, tan propios de nuestra sociedad. Además, se percibe que esta sociedad
permite a los hombres envejecer sin ser tan duramente juzgados por su
apariencia física, se les permite envejecer de muchas maneras, lo cual no
ocurre con las mujeres.
2. Acceso a una pareja
Un
porcentaje importante de responsabilidad
sobre este aspecto recae en ciertos hábitos culturales y sociales: en
general no se considera correcto hablar públicamente de la sexualidad, y en el
caso concreto de los ancianos suele parecer hasta "improcedente"
plantear la posibilidad de que vivan su propia sexualidad. Paradógicamente, la
formación de nuevas parejas en la edad madura suele ser mal recibida, término
tan despectivos como el "viejo verde" y la "viuda alegre"
encuadran estas ideas. Todos estos mitos y prejuicios sociales castigan al
anciano, privándole de su derecho de mantener su actividad sexual
satisfactoria.
Más
aún, debido a la mayor longevidad de la población es cada vez más probable que
los ancianos se casen con parejas sexualmente incapaces, lo cual es más
frecuente en las ancianas que normalmente se vuelven a casar con ancianos de
mayor edad, transformándose en "esposas cuidadoras". Sin embargo, en
los ancianos no es infrecuente el matrimonio con mujeres mucho más jóvenes
(Herrera A., comunicación personal).
La viudez
De
acuerdo a estudios epidemiológicos, el hecho de perder la pareja es uno de los
factores determinantes de mayor peso del cese de la actividad sexual. A esto se
suma que, la interrupción prolongada de la vida sexual de un sujeto mayor
dificulta la recuperación posterior de dicha actividad. Les resulta muy difícil
la idea de obtener placer nuevamente con otra pareja distinta a su antigua
pareja, especialmente cuando la convivencia con la persona fallecida fue
satisfactoria o prolongada.
La situación de viudez en las mujeres no
tiene el mismo impacto sobre el cese de la actividad sexual que en los varones. Además
de la diferencia demográfica que juega contra las mujeres (relación de 1
varón/4-6 mujeres) tradicionalmente ha existido una fuerte tendencia social a
considerar negativamente el establecimiento de nuevas relaciones afectivas e
incluso de nuevos matrimonios en las mujeres viudas, lo cual limita aún más la
actividad sexual de éstas (Herrera A., trabajo no publicado). Se comprobó que
el 90% de las mujeres viudas cesaban sus relaciones sexuales a partir del
fallecimiento de su esposo (estudio longitudinal de Duke).
3. Dificultad para acceder a la
intimidad
Los ancianos que viven con sus hijos o los
institucionalizados no cuentan con el ambiente más adecuado de intimidad para
mantener relaciones sexuales o se lo prohíben expresamente.
Cambio del domicilio
No
es infrecuente que el anciano tenga que abandonar su domicilio habitual, ya sea
por problemas médicos o por incapacidad importante, acudiendo al domicilio de
familiares directas o incluso ingresando en residencias o instituciones. Cuando
esto ocurre, como mínimo se pierde la privacidad e intimidad de la pareja y
muchas veces pueden presentarse conflictos con los familiares o cuidadores
directos por no entender las expresiones sexuales del anciano adoptando
actitudes restrictivas o inhibitorias hacia los ancianos. Esta situación se
agrava más cuando se separa a la pareja, con la intención de repartir las
cargas del cuidado entre los miembros de la familia, sin pensar siquiera que
exista una necesidad de manifestación sexual. Los familiares pueden intentar
imponer las normas de conducta que consideran apropiadas, sin plantearse que en
esas nuevas situaciones los ancianos necesitan aún más manifestar sus
sentimientos y emociones.
Todo
lo anterior se podría evitar si existiera un reconocimiento social generalizado
de esta necesidad para así intentar, junto con los ancianos y sus familias,
encontrar la mejor solución en el momento que se decida el cambio de domicilio.
Se debe mantener, en lo posible, el
equilibrio entre la intimidad, dignidad y derechos del anciano, incluso cuando
existe cierto grado de incapacidad mental, pues tienen capacidad para sentir
placer, y en muchas ocasiones precisan tocar y ser tocados y sentir calor
Investigación de la sexualidad en ancianos
Estudios epidemiológicos
Las
actitudes socioculturales frecuentemente "ageístas" (rechazo al
anciano por el hecho de serlo) explican el desinterés científico por el tema;
de hecho, el número de publicaciones relativas a investigaciones sobre la
sexualidad en los ancianos sólo comenzó a tomar cierta importancia en los
últimos años.
De
los principales estudios epidemiológicos sobre la actividad sexual del anciano,
tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo, se destacan:
-
Von Krafft-Ebing (Capodeci,
1990), famoso estudioso de sexología de fines del siglo
XIX, consideraba la sexualidad del anciano como un "perversión",
justamente porque no era reproductivo.
-
Kinsey y cols. (Morley,
1989, 1993),
verdaderos pioneros en su trabajo, dedicaron sólo dos páginas al tema de la
actividad sexual en el anciano, resumiendo que existe una disminución de la
actividad sexual con la edad encontrando sexualmente activos a un 33% de los
varones mayores de 70 años).
-
Duke (Nilson,
1987, Pfeiffer
E., 1972), concluyó que existe una disminución de la
frecuencia de las relaciones sexuales con la edad. Encontró que un 76% de los
varones y un 27% de las mujeres mayores de 65 años mantenían actividad sexual.
-
McCary (1968) investigó a las mujeres ancianas certificando la participación de
las mujeres casadas en la relación sexual, pero con una caída de la frecuencia
debido al paso de los años.
-
Diokno (Diokno,
1990), demostró una disminución de la frecuencia de las
relaciones sexuales con la edad, encontrando una diferencia significativa a
favor de los ancianos casados (73,8% activos) frente a los no casados
(55,8/activos), así como del sexo masculino frente al femenino.
-
Baltimore (Weg
RB, 1991), concluye que existe una disminución global en la
frecuencia de las relaciones sexuales, encontrando un 62% de varones mayores de
60 años sexualmente activos.
-
Gotenborg (Weg
RB, 1991), encontró una frecuencia mayor de actividad
sexual en los varones (48%) que en las mujeres (16%), destacando que el hecho
de estar casados aumentaba la actividad sexual.
-
Ribera (Ribera
D., 1991), analiza la frecuencia de relaciones sexuales
(coito) en mayores de 65 años, de los cuales 1/3 estaban institucionalizados.
Concluyó que el 17,1% de los varones y el 4,7% de las mujeres mantenían
actividad sexual.
- Master
y Johnson (1981, 1995),
pusieron de manifiesto que no existe un límite cronológico para una correcta
respuesta genital pero, con el paso de los años, tanto en el hombre como en la
mujer se verifica una lenta y gradual decadencia física del estímulo sexual. Lo
que a menudo sucede es que este decaer físico se ve acompañado por un aumento
del deseo, salvo en los casos que se deba a una enfermedad física.
- Rubin
(1965) en su libro Vida sexual después de los sesenta,
destacaba que, gracias a unos sexólogos, se consiguió llenar el vacío existente
en los conocimientos médicos y en las experiencias clínicas relativas a la
sexualidad de los ancianos y combatir el popular estereotipo del "viejo
asexuado" que tanto ha perjudicado la salud y la felicidad de demasiadas
personas mayores.
En
la mayoría de los estudios epidemiológicos se demuestra claramente que la frecuencia de las
relaciones sexuales disminuye con la edad, y algunos encontraron que
éste declinar es mayor en las mujeres que en los hombres. Sin embargo, la
mayoría de estos estudios valoran la sexualidad del anciano de una forma
cuantitativa (frecuencia de las relaciones completas, número de orgasmos,
etc.), sin considerar los aspectos cualitativos, que son los más sensibles en
los ancianos.
Además,
en todos estos estudios se destaca un dato relevante: "la actividad sexual existe en los ancianos y
en algunos casos es más la norma que en la excepción".
Cambios en el patrón sexual en el anciano
Como
se ha mencionado previamente, el comportamiento sexual en la vejez depende de
muchos factores: salud en general, disponibilidad de un compañero (a) sano (a),
personalidad, actitudes hacia y de los otros, nivel de educación, nivel social,
creencias sexuales, actitud sexual previa, intereses y prácticas previas, grado
de satisfacción con la vida, etc.
La sexualidad en el anciano debe
considerarse en una forma amplia e integral, incluyendo en ella tanto
componentes físicos como emocionales. Por ello, se acepta
como normal en el anciano ciertas modificaciones en el patrón sexual
considerado como estándar si se relaciona con el adulto joven; estas serían:
disminución del número de coitos y el aumento proporcional de otras actividades
sexuales como las aproximaciones físicas, caricias, ratos de intimidad
emocional, de complicidad, relaciones de compañía o masturbaciones.
Kinsey
y otros investigadores demostraron que la masturbación es bastante común entre
los ancianos (levemente menor que en los jóvenes). En algunos trabajos
recientes (Morley) se demuestra que la masturbación es la actividad sexual más
frecuente en los varones mayores de 80 años. El 40-50% de las mujeres
independientes mayores de 60 años practicaba esta actividad, y hasta un 8% de
ellas se masturban con una frecuencia semanal.
La
prevalencia de la masturbación se explica, en muchos casos, por la existencia
de una pareja incapacitada y por la frecuencia de viudez en edades avanzadas.
Esto, unido al rechazo
social que existe hacia el establecimiento de una nueva pareja, serían factores
que propiciarían la satisfacción sexual mediante la masturbación.
Cese de la actividad sexual
El cese de la actividad sexual no es un suceso
exclusiva y necesariamente cronológico sino que depende de muchos factores
como el estado de salud y el grado de incapacidad
física y mental (tanto del sujeto como de su
pareja), la frecuencia y la calidad de las relaciones sexuales previas, la mal
interpretación e inadaptación a los cambios fisiológicos propios del
envejecimiento, la
situación afectiva y calidad de la relación con la pareja y con otras personas,
y de otros cambios en el papel social del anciano, como la viudez, el cambio de
domicilio, la institucionalización y las crisis de salud.
Efecto de la salud y la enfermedad en la
sexualidad en la vejez
Las
comunicaciones científicas
concuerdan en que
la mala salud física y/o psíquica está unida a una disminución de la libido y a
una alteración de la respuesta sexual: toda enfermedad que desfigure el cuerpo
o altere negativamente la imagen corporal alterará la conducta sexual
disminuyéndola.
Efecto de las patologías médicas e
incapacidad
1. Patología cardiovascular
No
existen evidencias de aumento de muertes súbitas durante el coito en relación a
la población normal, por tanto, los ancianos con cardiopatía isquémica, con insuficiencia cardíaca o
cirugía previa de by-pass no deben evitar las relaciones sexuales sino
acomodarlas al máximo posible sin que aparezcan angor o disnea.
2. Hipertensión
En varones con hipertensión la incidencia de
impotencia, ya sea por la enfermedad o por efecto secundario a medicamentos,
es del 15%. Algunos fármacos antihipertensivos tiene un efecto negativo en este
campo el cual se debe tener en cuenta a la hora de seleccionar un tratamiento.
En presencia de hipertensión arterial leve o
moderado no se debe restringir la actividad sexual.
3. Patología pulmonar
La dificultad en las relaciones sexuales no
depende de la propia enfermedad, sino del grado de disnea, hipoxia y
tratamiento con corticoides.
4. Patología neurológica
- Enfermedad cerebrovascular (AVC): la
disminución de la autoestima, el déficit motor, los problemas de comunicación y
depresión son las causas que producen alteración en la vida sexual.
Se ha demostrado que la actividad sexual no es causal de AVC ni que incrementa
el déficit nuerológico después del AVC.
- Enfermedad de Parkinson: no existe
un deterioro en la sexualidad si la sintomatología está controlada: algunos
fármacos (anticolinérgicos) pueden alterar las relaciones sexuales.
- Demencia: en períodos moderados y
avanzados de la enfermedad se suele acompañar con problemas hiper o
hiposexualidad; se cree que se deben a alteración de la liberación de
neurotransmisores (somatostatina, acetilcolina, TSH, GH) a nivel hipotalámico.
Los
ancianos con cualquier forma o grado de incapacidad mental plantean problemas
específicos. La hipersexualidad no es rara y puede llegar a producir daños
irreparables al propio individuo u otras personas. Por esto es muy importante
que los profesionales que atienden a estos pacientes pregunten expresamente por
estas conductas ya que muchas veces las familias ocultan este antecedente
por vergüenza, retrasando el
tratamiento de este.
Otro
aspecto frecuente en el demente es la desinhibición, con comportamientos
inadecuados en público (exhibición de genitales, tocamientos, masturbaciones),
que resultan molestos u ofensivos especialmente dentro de las instituciones o
residencias. Se debe redirigir estos comportamientos hacia lugares más
privados, sin adoptar conductas punitivas. En las instituciones se procurará
que la libertad de expresión sexual no limita el derecho a la intimidad y la libre
expresión de otros residentes. En las residencias se debe disponer de un lugar
para la intimidad del residente y su pareja pero, para esto es prioritario
educar al personal a cargo de los ancianos en el conocimiento de todo lo que a
la sexualidad concierne.
Es
importante que se sepa que, aún los ancianos con un grado de incapacidad mental tienen capacidad para
sentir placer, y que muchas veces necesitan tocar y ser tocados, sentirse
queridos, sentir calor.
5. Patología urológica
- ITU (infección del tracto urinario)
y uretritis: es más frecuente en mujeres la introducción de bacterias en la
uretra durante el coito y está unido a mayor laxitud en el periné por déficit
estrogénico.
- Insuficiencia renal crónica:
produce alteraciones en la sexualidad secundaria a alteraciones hormonales (FSH,
LH, estradiol, prolactina, testosterona).
-
Incontinencia urinaria: no existe
un deterioro en la sexualidad per se, pero un 45% de los ancianos incontinentes
reconocen incontinencia
de micción no controlada
durante el coito en relación
con disconfort psicológico.
6. Patología osteoarticular
No disminuye el deseo sexual. Solo requiere que
el paciente se adecue a mantener relaciones sexuales que no le produzcan dolor.
En algunos ancianos se produce
impotencia secundaria a medicamentos (AINES, antipalúdicos).
7. Patología endocrina
- Diabetes mellitus: la prevalencia de disfunción sexual es muy alta (65%); su causa es multifactorial
(Enfermedad macro y microvascular, polineuropatía, cambios hormonales,
infecciones urogenitales).
- Enfermedad tiroidea: más
frecuente en el hipotiroidismo, las alteraciones sexuales son secundarias
a cambios hormonales (prolactina, estrógenos). Una vez corregida la enfermedad
de base se normaliza el déficit en las relaciones sexuales.
8. Patología psiquiátrica
- Depresión: uno de los síntomas es la dificultad para mantener relaciones personales, y sexuales,
placenteras: a esto se suma el uso de medicamentos que afectan la esfera
sexual. Todo lo anterior explica la alta prevalencia de impotencia en
ancianos con depresión.
- Psicosis: estos ancianos
presentan alteraciones
psicopatológicas en la esfera sexual (hipersexualidad,
desviaciones sexuales) que necesitan de un tratamiento especializado.
9. Cáncer
Es
frecuente la patología depresiva y ansiosa, por pérdida de
la autoestima y mala imagen corporal.
10. Fármacos
El
10% de los medicamentos que se prescriben comúnmente causan impotencia (Tablas
III, IV y
V).
FARMACOS QUE AFECTAN LA SEXUALIDAD EN LA
MUJER
|
Signo y síntoma
|
Fármaco
|
|
Incremento de la líbido
|
Andrógenos, benzodiacepinas
|
Disminución de la líbido
|
Antihistamínicos, barbitúricos, cimetidina,
clofibrato, diazepán, alfa-metildopa, propanolol, prazosin, reserpina, espironolactona,
antidepresivos tricíclicos, clorpromazina, clonidina, estrógenos
|
Alteración de excitación y orgasmo
|
Anticolinérgicos, clonidina, alfa-metildopa,
IMAO, antidepresivos tricíclicos
|
Agrandamiento de la mama
|
Estrógenos, antidepresivos tricíclicos
|
Galactorrea
|
Clorpromazina, cimetidina, haloperidol,
reserpina, alfa-metildopa, metoclorpramida, sulpiride, tiapride,
antidepresivos tricíclicos
|
Virilización
|
Andrógenos, haloperidol
|
|
FARMACOS QUE AFECTAN LA SEXUALIDAD EN EL HOMBRE
|
Signo y síntoma
|
Fármaco
|
|
Incremento de la líbido
|
Andrógenos, baclofén, diazepán, levodopa,
haloperidol (bajas dosis)
|
Descenso de la líbido
|
Antihistamínicos, barbitúricos, cimetidina,
clofibrato, diazepán, alfa-metildopa, propanolol, prazosin, reserpina,
espironolactona, antidepresivos tricíclicos, clorpromazina, clonidina,
estrógenos. Fármacos antiandrógenos en el cáncer de próstata
|
Impotencia
|
|
Disminución eyaculación
|
Anticolinérgicos, clonidina, estrógenos, IMAO,
alfa-metildopa, antidepresivos tricíclicos, tiacida, tioridazina
|
Disminución testosterona
|
Digoxina, haloperidol (altas dosis), litio, IMAO,
Espironolactonas
|
Priapismo
|
Heparina, fenotiazidas
|
Enfermedad de Peyronie
|
Metoprolol
|
|
FARMACOS QUE PUEDEN PRODUCIR IMPOTENCIA
|
Anticonvulsivantes
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Antibiógicos
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Cardiovasculares:
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- Antiarrítmicos
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- Antihipertensivos:
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Betabloqueadores, calcioantagonistas,
vasodilatadores, diuréticos, bloqueadores adrenérgicos centrales
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Fármacos con acción en SNC:
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Ansiolíticos e hipnóticos, Antidepresivos,
Antipsicóticos, Levodopa, Litio, Analgésicos narcóticos
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Fármacos gastrointestinales
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Anticolinérgicos, Antiespasmódicos, Antagonistas
anti-H2, Metoclopramida
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Misceláneas
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Acetozolamida, Baclofén, Clofibrato, Danazol,
Disulfiram, Estrógenos, Interferón, Naproxeno, Progesterona
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Casi
en el 25% de los ancianos con disfunción eréctil la causa es medicamentosa. Casi todos
los antihipertensivos se han relacionado con impotencia. Los medicamentos más
comunes que causan alteraciones de la potencia son los diuréticos tiacídicos, a
través de la disminución de las presiones en el pene y de la reducción de la
concentración de testosterona y de los valores de esta biodisponible. La
disminución de la testosterona y de su fracción biodisponible se acompaña de
una disminución de la libido pero no de disfunción eréctil por si misma (los
varones jóvenes castrados pueden tener erección). Sin embargo, en algunas
personas la mejoría de la libido mediante el tratamiento con testosterona es
suficiente para mejorar la falta de interés sexual y los problemas eréctiles.
11. Efecto de la patología quirúrgica
La
tasa de recuperación de las relaciones sexuales satisfactorias tras la cirugía
(histerectomía, mastectomía, prostatectomía, colostomía, cáncer rectal) es
variable pero la norma es que se eviten por alteraciones
neuroendocrinas, depresión, pérdida de la autoestima, mala imagen corporal. Se requiere de tratamiento psicoterapéutico de grupo
para su recuperación.
Disfunción sexual en el anciano
La
mayoría de los estudios concluyen que la disminución de la actividad
sexual en la vejez se relaciona tanto
con los cambios físicos debido al envejecimiento descritos
anteriormente la disponibilidad de una pareja y la capacidad de la pareja para
mantener relaciones sexuales, la influencia de actitudes y expectativas
impuestas por el entorno social, así como con factores psicológicos propios del
anciano.
Existen
numerosos problemas que impiden que el anciano mantenga una actividad sexual
continuada. El primero es la propia actitud del anciano ante lo que son cambios
fisiológicos normales. El progresivo alargamiento del período entre las
erecciones y la mayor dificultad para conseguirlas puede producir una ansiedad
creciente en el hombre, y esta ansiedad perjudicará aún más su capacidad de
respuesta sexual. Lo mismo sucede con la dispareunia de introducción en las
mujeres debida a la disminución de estrógenos postmenopáusica. Las molestias
que pueden sentir provocan ansiedad anticipatoria con el consiguiente riesgo de
aumento del dolor, creándose un círculo vicioso difícil de romper.
Puesto
que en nuestra sociedad aún se mide la actividad sexual según el coito, y como
la frecuencia con que éste es posible en la vejez es menor, muchas parejas de
ancianos van optando progresivamente por la abstinencia. De manera que sin
impedimentos físicos, muchas veces, se produce una disminución completa de la
actividad sexual.
Si
el anciano sufre alguna
enfermedad crónica, aunque ésta no afecte directamente a la capacidad sexual, el miedo y
la actitud negativa ante los problemas de la edad limitan más la actividad
sexual de ambos miembros de la
pareja.
La prevalencia elevada de trastornos psicopatológicos en los
ancianos como son la depresión o los trastornos de ansiedad y la existencia de
estresores, por otra parte muy frecuentes en la vejez, como puedan ser la
pérdida de la pareja, el deterioro de la red social y del nivel socioeconómico
o la presencia de problemas de salud en la familia, contribuyen también a la aparición de
diversas dificultades en la actividad e interés sexual en el
anciano.
No
hay que olvidar que el
cansancio, el estrés y la tensión pueden constituir
causas de disfunción sexual a todas las
edades. Generalmente la función sexual vuelve a normalizarse cuando los motivos
que la afectaban desaparecen, sin embargo, si la persona está demasiado
preocupada, el problema puede continuar y también la disfunción.
Otros
factores que condicionan el desarrollo de una normal actividad sexual pueden
ser las reacciones psicológicas negativas a las modificaciones del cuerpo que
envejece, a la jubilación y a
los
relativos cambios del estilo de vida. En cambio, la vida sexual se enriquece si
el anciano vive la relación como un medio para expresar mejor su afecto hacia el
otro componente de la pareja “Sin la ternura, un vínculo profundo y una capacidad real de diálogo,
la sexualidad acabará muriendo en la pareja anciana como en la joven".
Disfunción sexual de causa orgánica en el
anciano
Todas
las investigaciones demuestran que con la
edad hay una disminución progresiva de la actividad sexual en el individuo
sano, causada por la intervención de los cambios fisiológicos normales debidos
al envejecimiento en interrelación con los factores psicosociales descritos
anteriormente.
Además, se produce un aumento de la prevalencia de disfunciones sexuales
debidas a causas médicas, psicológicas y/o como efecto secundario de la
medicación administrada. En ocasiones resulta difícil diferenciar los
cambios normales relacionados con la edad de los síntomas debido a patología.
Disfunción eréctil
Cualquier
signo de impotencia provoca
en el anciano gran preocupación, con frecuencia esta alteración se asocia con
el envejecimiento debido generalmente al desconocimiento.
Este
hecho lleva generalmente a no consultar a los especialistas. En la mayoría de
los casos los trastornos en la erección se deben a múltiples factores, siendo
el trastorno vascular el factor más frecuente de impotencia en la vejez,
debido, entre otros a alteraciones
del sistema arterial, síndrome de insuficiencia venosa, etc., con
afectación sistémica o solo localizada a nivel genital.
También
influyen, como ya se mencionó, la medicación (Tabla
IV), los hábitos tóxicos (alcohol, tabaco), trastornos metabólicos y endocrinos, destacando por su alta
prevalencia, la diabetes
mellitus (en el
hombre puede producir no solo alteración de la erección, sino también
disminución de la libido),
trastornos neurológicos, enfermedades sistémicas (insuficiencia renal, EPOC,
insuficiencia cardíaca, cirrosis, cáncer. Todas estas patologías son
bastante frecuentes en los ancianos y como enfermedades que afectan a todo el
organismo también se van a manifestar con alteraciones sexuales, entre otras
razones porque pueden dificultar la capacidad física necesaria para realizar el
acto sexual.
Otras
enfermedades como la artrosis o la artritis reumatoidea pueden afectar la actividad sexual
porque provocan dificultades en la adopción de posturas o movimientos.
Disfunción sexual en la mujer
Dada
la educación recibida, es difícil que las mujeres mayores consulten por este
tipo de problemas. Es necesario que los profesionales de la salud interrogen
dirigidamente a las pacientes al respecto porque frecuentemente son situaciones
que por desconocimiento se pasan por alto, impidiendo así abordar un factor de
gran importancia que mejora considerablemente la calidad de vida.
La Dispareunia o coito doloroso es el síntoma más frecuente dentro de las
disfunciones sexuales en la mujer. Aunque la causa más frecuente de su aparición es la disminución de la producción de estrógenos debido a la
menopausia, como ocurre en el 30% de los casos en mujeres postmenopáusicas, hay
otros trastornos sistémicos que pueden ser origen de esta alteración.
La atrofia vaginal postmenopausia, con
disminución de la lubricación de la mucosa, convierte a la vagina en un órgano
más susceptible a las lesiones por roce y también a posibles infecciones.
Cualquier
enfermedad sistémica, como ocurre en el varón, que produzca debilidad, va a
alterar la actividad sexual de manera inespecífica.
Otra
molestia importante es la disminución
o pérdida del deseo sexual, que parece
asociada a una disminución de la producción de andrógenos que ocurre tras la
menopausia.
La presencia de incontinencia urinaria,
trastorno muy frecuente en mujeres mayores, generalmente multíparas, inhibe el
deseo y la respuesta sexual. El 46% de las mujeres que presentan
incontinencia urinaria reconoce que este problema altera su actividad sexual.
La
histerectomía
muchas veces es vivida por la mujer como una pérdida de la
femenidad que
secundariamente puede llevar a un trastorno depresivo y consecuentemente
producir disfunción sexual.
Disfunción sexual de origen psicógeno en el
anciano
La
causa más frecuente es la depresión, responsable del 10% de los casos de
impotencia en el anciano. Los psicofármacos que se utilizan en el tratamiento
de dichos trastornos pueden también contribuir a empeorar la disfunción sexual,
sobre todo los que tienen efectos anticolinérgicos, como algunos antidepresivos
y la mayoría de antipsicóticos. Los antidepresivos pueden producir, además de disfunción eréctil en el
varón, disminución de la libido y anorgasmia en la mujer.
Otras
patologías psíquicas que puede cursar con alteraciones en la función sexual es
el trastorno de ansiedad en cualquiera de sus formas.
Es
también frecuente en el varón la aparición de ansiedad anticipatoria respecto a su posible respuesta sexual que le lleva a
presentar problemas de potencia sexual de carácter psicógeno.
Muchas
veces no es el propio trastorno el que provoca la disfunción sexual; se puede producir una disminución o anulación de la actividad
sexual por miedo a la aparición de
síntomas como la angina (en pacientes con cardiopatía coronaria) o disnea
debido al esfuerzo, sin que existan razones orgánicas para dichas limitaciones.
La impotencia tras la resección transuretral
de la próstata por adenoma prostático, que ocurre en el
4-12% de hombres sometidos a esta intervención, suele ser de causa psicógena en
la mayoría de los casos.
Algunos
cuadros depresivos o trastornos de ansiedad pueden jugar un papel importante en
el vaginismo.
Tratamiento de la disfunción eréctil
Terapia sexual para ancianos:
son pocas las parejas
que acuden a las
consultas de terapia sexual dedicada especialmente a los ancianos; el mayor
porcentaje de los hombres que asiste en busca de ayuda presenta como causa más frecuente problemas de erección (aunque existen parejas con más de 30 ó 40 años de
casados en que la mujer ha ocultado durante todo ese tiempo una disfunción
sexual, como disminución del deseo o ausencia de orgasmo).
Tratamientos actuales
Cuando se encuentra una causa, como hipogonadismo
con disminución de la libido o depresión, el tratamiento es etiológico. Sin
embargo, en la mayoría de los casos puede ser multifactorial y se dispone de
diversas alternativas.
- Cuando la impotencia es por disminución de
la testosterona, está indicada su utilización por vía intramuscular, oral o
transdérmica y todas tienen ventajas y desventajas. El cáncer
del seno en el hombre y de la próstata son contraindicaciones para su uso.
Existen
una serie de medicamentos que son efectivos cuando se inyectan directamente en
el pene. Estos son la papaverina, la fentolamina y el Caverjet (prostaglandina
E, alprostadil). Son efectivos en el 70-80% de los casos.
Actualmente
se cuenta con dos
medicamentos por vía oral:
- Citrato de Sildenafilo: Se debe
tomar una hora antes del acto sexual. Actúa aumentado el efecto del óxido nítrico que relaja los músculos
que hay en el cuerpo cavernoso permitiendo la entrada de sangre al pene.
No produce una erección automática, como sí lo hacen los medicamentos que se
pinchan en el pene. La dosis recomendada es de 50 mg y el médico ajustará la
dosis a 100 mg o 25 mg si se necesita. No se debería utilizar más de una vez en
un día.
- Apomorfina: Es la
primera droga para la disfunción sexual masculina que actúa a
nivel del sistema nervioso central, sobre los mecanismos que producen la
erección. A diferencia del Sildenafilo, al no actuar directamente sobre el
sistema circulatorio, la apomorfina puede ser utilizada por varones que toman
medicamentos vasodilatadores. Se recomienda una dosis de 2 y 3 mg sublinguales.
- Dispositivos de tumescencia por vacío: Actúan por creación de una presión negativa mediante una
bomba unida a un tubo de plástico colocada sobre el pene. Producen una erección
durante 15 a 30 minutos.
- Tratamiento quirúrgico: Consiste en implantar en el pene varillas que pueden doblarse o inflarse.
Cada
uno de los métodos señalados tiene beneficios y problemas y con frecuencia la
elección depende del estilo de vida de la persona.
Disfunción sexual en la mujer mayor
La mujer mayor puede presentar un trastorno
de la fase de deseo, anorgasmia, dispareunia y pérdida de la libido. Sin
embargo, la dispareunia es la única que se relaciona claramente con la
deficiencia de estrógenos. Es más probable que la pérdida de
la libido se relacione con la declinación concomitante en las concentraciones
circulantes de testosterona.
Una variedad de factores sociales y psicológicos previamente enumerados pueden
también contribuir a los trastornos sexuales.
Pfeiffer
(1989), uno de los primeros investigadores del comportamiento sexual en la edad
madura, encontró que las mujeres postmenopáusicas eran sexualmente activas,
pero su participación estaba determinada en gran parte por el interés y
disponibilidad de una pareja.
La
dispareunia asociada a la menopausia puede ser un factor disuasivo contra el
éxito de la actividad sexual (Bachmann
y col., 1984).
La dispareunia usualmente asociada con una disminución de la lubricación vaginal es resultado de la declinación menopáusica del estrógeno. Estos síntomas
se alivian con la administración de estrógenos exógeno. Studd
y col (1977) comunicaron que la terapia con estrógenos equinos
conjugados mejoraba el funcionamiento sexual en mujeres con dispareunia debido
a vaginitis atrófica. Más recientemente, un estudio de la terapia con estradiol
transdérmico, controlado con placebo, Nathorst-Boss
y col (1993) comunicaron que al cabo de 12 semanas de tratamiento con parches
de estradiol se influía positivamente sobre la satisfacción con la
frecuencia sexual, las fantasías sexuales, el grado de placer, la lubricación
vaginal y la dispareunia.
CONCLUSION
La
revisión en la literatura de todos los estudios epidemiológicos confirma que la actividad
sexual existe en los ancianos y muchas veces
es la norma más que la excepción.
Por
lo tanto es incorrecto seguir considerando al anciano como poco interesado en
la sexualidad o con escasa actividad sexual. Se puede encasillar como
"ageísmo" o "sexismo" la actitud de la sociedad y de los
profesionales de la salud que no quieren reconocer esta realidad.
Con
una mayor formación académica de los profesionales sanitarios y de la sociedad
en general, junto con la realización de programas de educación sexual para los
ancianos, se lograría una mayor sensibilización hacia estos aspectos olvidados
de los mayores, contribuyendo directamente a una mayor satisfacción y bienestar
de muchos ancianos.
De
la vida sexual de los ancianos sabemos muy poca cosa. Pero hoy podemos decir
que "no hay un límite cronológico después del cual la vida sexual desaparece".
Por
lo tanto, el primer paso para una consideración ética sobre el papel de la
sexualidad en la vejez pasa ineludiblemente por reconsiderar estas actitudes
que, ocultando la existencia del problema, dificultan enormemente su remedio.
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Román Díaz 205 - Depto. 205 Providencia
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CAMBIOS EN EL ENVEJECIMIENTO