DEFINICIÓN:
Es un proceso paulatino que depende de factores hereditarios, medio ambiente y la
edad, aunque aún no se han determinado las causas precisas que lo
determinan.
consta de
un conjunto de fases (proceso) sucesivos de un fenómeno, que va afectando
las etapas físicas, psicológicas y sociales que pasa una
persona hasta llegar a la vejez.
Este
proceso forma parte de la vida. Se
inicia desde el momento del nacimiento, pues cronológicamente vamos
envejeciendo (aumentando la edad)
El
envejecimiento consiste,
básicamente, en le deterioro progresivo de
órganos y sistemas del cuerpo. A él se asocian alteraciones como la
perdida de agilidad, de masa ósea o la rigidez arterial.
El
proceso del envejecimiento inicia cuando
alguna de las facultades físicas y/o intelectuales se comienza a
perder, este cambio se presenta de manera muy lenta e imperceptible.
El envejecimiento es el resultado de
varios mecanismos y afecta cada vez a un mayor número de personas
por el descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida.
concepto formado en el grupo:
envejecimiento: es un proceso cíclico, continuo en donde hay un deterioro fisiológico, físico y mental; caracterizado por un desgaste celular continuo.
DESARROLLO
El proceso de envejecimiento y la Intervención social
RESUMEN
Iniciamos la
entrega con unas consideraciones acerca del proceso de envejecimiento, entendido como el conjunto de fases sucesivas de
un fenómeno; abordamos el envejecimiento orgánico, cognitivo y social.
El envejecimiento afecta
cada vez a un mayor número de personas por el descenso de la natalidad y el
aumento de la esperanza de vida.
Las personas
envejecen pero el modo de hacerlo y el significado social que se les atribuye
no es universal. El criterio de quién es viejo y porqué se es viejo varía a lo
largo y ancho del mundo y de un momento histórico a otro, de lo que se deduce
que el envejecimiento es
un concepto cultural además de un proceso biológico. Los 65 años determinan hoy el
comienzo de la vejez.
La intervención es una serie de actividades ordenadas y dirigidas a producir
cambios positivos en las personas, contando con las potencialidades de los
interesados y con los recursos disponibles. Se hace necesaria una intervención
dirigida a las personas mayores, que si bien participa de la misma filosofía,
principios metodológicos e instrumentos que se aplican con otros grupos de
edad, ha de incluir elementos diferenciadores para que se ajuste a las
necesidades reales de los mayores. De ahí que sea necesaria formación
gerontológica para el correcto desempeño profesional. Señalamos la comunicación,
la escucha activa y la relación empática como elementos básicos en la
intervención.
El proceso de envejecimiento
Atendiendo a la
etimología proceso
es el conjunto de las
fases sucesivas de un fenómeno, en nuestro caso nos referimos a las etapas físicas, psicológicas
y sociales que pasa
una persona hasta llegar a la vejez. Para comenzar queremos poner de
relieve algunos aspectos cuantitativos que nos ayudarán a centrar la reflexión.
En España la población de personas de 65 y más años es de 7.276.629 lo que supone
un 17% de la población. Ocupa el sexto lugar en el mundo en los años de
esperanza de vida en los hombres, precedido de Japón, Canadá, Australia,
Noruega e Italia. Pero en el caso de las mujeres ocupa el segundo lugar
precedido sólo de Japón y seguido de Francia e Italia.
En nuestro país la
esperanza de vida al nacer es de 76,6 años para los varones y 83,4 años para
las mujeres. Está envejeciendo la población ya envejecida, el número de
octogenarios es el que más ha aumentado, la cifra actual es de 1.756.844 y el
de centenarios de 4.218. El envejecimiento hoy está teniendo lugar a lo largo y
ancho del mundo, lo que sin duda constituye una novedad, pues hace unas décadas
sólo envejecían los países desarrollados. En la actualidad los países en
desarrollo están envejeciendo progresivamente y con insuficiencia de recursos
para afrontar una situación que empieza a desbordar. En el conjunto de la
geografía mundial hay 419.000.000 de personas mayores, dato sin precedente en
la historia de la humanidad.
La psicología evolutiva se ocupa de los cambios
psicológicos que tienen lugar en el hombre a través distintas edades, desde el momento del nacimiento
hasta el final de la vida. Dentro de ella se estudian los cambios relacionados con la edad y con
el paso del tiempo, señalando cuáles son las causas o factores que determinan dicho cambio.
Los términos evolución y
desarrollo se refieren a los cambios en un sistema a partir de una situación;
se trata de cambios
cualitativos que afectan al ciclo vital. El término crecimiento es el que se refiere al aumento
cuantitativo de las estructuras corporales.
La situación dinámica
permanente que rige el curso biológico de la vida, lleva incorporado el proceso
de envejecimiento.
Esta ley universal e inexorable, supone unos cambios que se traducen en pérdidas o desgaste
que sufre el organismo en el transcurso de los años, por tanto la longevidad produce
envejecimiento. Estas
pérdidas de facultades biológicas y mentales pueden observarse a distintos
niveles (celular, inmunológico,
orgánico) y se
deben a una disminución en la actividad
enzimática dentro de cada célula, que se traduce en un proceso caracterizado por signos
externos (calvicie, canas, arrugas cutáneas, caída dental, disminución
de estatura...). Disminución
del peso de los órganos (bazo, riñones, cerebro...). Disminución de la actividad y
funciones de los órganos (capacidad respiratoria, flujo cardiaco,
elasticidad arterial, acomodación visual...). Alteraciones bioquímica orgánicas (sodio, cloro,
calcio, potasio, agua intracelular, tejido conjuntivo...).
Problemática especial
en la emotividad (soledad, frustración, aislamiento, labilidad Emotiva...). Este
proceso de envejecimiento
afecta cada vez a un mayor porcentaje de personas, por el descenso de
natalidad y el aumento de la esperanza de vida, pero este logro como muy bien
propugna la Sociedad Americana de Gerontología, debe ir dirigido a “añadir vida
a los años, no años a la vida”, llegar a un envejecimiento óptimo, en las mejores condiciones posibles a través de un
estado de salud integral; lo que en 1946 definió la
organización mundial de la Salud (OMS) como “completo
bienestar físico, mental y social” y no sólo ausencia de enfermedades.
Así entendida la salud integral, no se puede olvidar las tres vertientes:
(física, psíquica y social) para
conseguir una buena vida y un óptimo envejecimiento.
Cada cultura ha
atribuido a la vejez un determinado papel, en la Biblia se destaca la dignidad
y sabiduría del anciano, Cicerón en su libro sobre la Vejez habla de que hay un
buen envejecer y un mal envejecer dependiendo de la aceptación o no de la idea
de envejecer. Hoy día al existir un notable aumento de personas incluidas en
este grupo de edad se ha aumentado el interés por el tema desde instituciones,
centros de investigación, sociedades gerontológicas y los poderes públicos.4
El envejecimiento
como fenómeno y la pregunta de por qué se envejece ha estado presente en todas
las generaciones y en todas las épocas desde que el hombre desarrolló la
capacidad de reflexión. En la época actual se ha convertido en un asunto de
gran interés, de ahí que los gerontólogos hayan descubierto una serie de
factores que parecen estar respondiendo a las preguntas acerca de este notable
incremento.
Envejecer es parte
del desarrollo biológico, todos los seres envejecen pero la forma de hacerlo y
el significado social que se le atribuye no es universal, el criterio de quién
es viejo y porqué se es viejo varia a lo largo y ancho del mundo y de un
momento histórico a otro, de lo que se deduce que el envejecimiento es un
concepto cultural además de ser un proceso biológico. La edad de 65 años ha
sido tradicionalmente usada para definir el comienzo de la vejez en estudios
demográficos y gerontológicos, principalmente porque en muchos países ha sido
usada por los sistemas de pensiones para comenzar a otorgar beneficios
sociales.
Se diferencias los viejos-jóvenes de 60 a 75 años y
los viejos – viejos de 75 años en adelante. Vamos a considerar a
continuación algunos tipos
de envejecimiento.
Envejecimiento
orgánico y perceptivo Cuando hablamos de este envejecimiento
nos referimos a los
cambios que se producen en el cuerpo con el paso del tiempo. La edad
biológica está ligada al envejecimiento orgánico, a medida que pasan los años
los órganos experimentan modificaciones que llevan a un mejor o peor estado
físico, aunque no todos los órganos del cuerpo, ni todos los seres humanos
envejecen al mismo ritmo. En algunos individuos se observa una degradación del
aparato locomotor, mientras que en otros el envejecimiento afecta más al
cerebro.
Se ha intentado
evaluar las diferencias Individuales para determinar la edad biológica de los
individuos, pero ninguna de las mediciones realizadas ha logrado ser
determinantes. Algunos se empeñan en valorar la edad funcional evaluando la
cantidad de aire que se puede almacenar en los pulmones con una inspiración
profunda o midiendo el diámetro de las pupilas. Otros intentan predecir los
años que pueden quedar de autonomía física o las causas que pueden provocar la
muerte y para ello exploran aspectos
como la presión arterial, la existencia de anticuerpos en la sangre.
Otros se interesan
por el envejecimiento de un grupo de órganos o la sensibilidad hacia
determinadas enfermedades midiendo la tasa de colesterol, la presión arterial
sistólica o los niveles de glucosa en sangre.
Todas las mediciones
confirman el postulado que cada individuo es su edad cronológica, es decir la
fecha de nacimiento.
Pero admiten además
que independientemente de la fecha, existe una variabilidad en el envejecimiento
de cada persona, y que dicho envejecimiento orgánico no es un estado sino un
proceso diferencial de cambio. Por ello es más exacto hablar de una edad
biológica, de una edad psicológica y una edad social. En este proceso de cambio
influyen causas endógenas, internas del organismo, y causas exógenas, ligadas a
los comportamientos de las personas y de su entorno. Por causas endógenas se
entiende el cromosoma como el causante del envejecimiento, que está constituido
por una gran cantidad de genes que se encuentran en el núcleo de las células de
los organismos. De la misma forma el ADN (ácido desoxirribonucleico) constituye
la materia prima de los cromosomas, donde está la memoria biológica de una
especie.
En el sistema
nervioso aparecen placas seniles en el cerebro, degeneraciones neurofibrilares
y disminución del volumen del cerebro entre otros cambios.
Hay investigaciones
que sostienen que con el transcurso de los años aparece una mortalidad neuronal
especialmente localizada en el cortex cerebral y el cortex cerebeloso, y que
esta pérdida neuronal se asocia a la atrofia que se produce en el cuerpo celular.
El envejecimiento cerebral es complejo ya que los perfiles personales son muy diferentes, por tanto los déficits de la actividad psicológica no pueden ser abordados globalmente sino de forma diferencial, según la naturaleza de las funciones afectadas, modificaciones que llevan a un determinado estado físico pero de manera singular en los distintos órganos y los distintos individuos.
El envejecimiento cerebral es complejo ya que los perfiles personales son muy diferentes, por tanto los déficits de la actividad psicológica no pueden ser abordados globalmente sino de forma diferencial, según la naturaleza de las funciones afectadas, modificaciones que llevan a un determinado estado físico pero de manera singular en los distintos órganos y los distintos individuos.
Hauw y Ceban (1983) apuntaban
que a lo largo del envejecimiento se observa una disminución del número de
dendritas que poseen las neuronas en el cortex prefrontal y en ciertas zonas
del hipocampo.
Por el contrario
Flood y Buell (1987) observan que las ramificaciones dendríticas son más ricas
en las personas mayores y que ciertas zonas cerebrales pueden sufrir degeneración,
mientras que otras pueden estar desarrollándose hasta los 90 años y que hay
decrementos reversibles.
En relación el
envejecimiento perceptivo, sabemos que sólo podemos interaccionar con nuestro
ambiente detectando e interpretando las informaciones sensoriales para poder
responder de forma adecuada. Así cualquier disfunción sensorial que sobrepase
determinados límites tiene influencias negativas sobre el desarrollo de la persona
mayor. Está admitido que todas las funciones sensoriales sufren decremento con
el transcurso de los años, si bien varía de una persona a otra. Para muchas personas
mayores, las disfunciones generadas por este decremento influyen negativamente
sobre su autoestima, lo que puede repercutir en la realización de actividades
relacionadas con la autonomía.
La percepción es
definida como “el conjunto de mecanismos fisiológicos y psicológicos que tienen
como función general la recogida de información del entorno o del mismo
organismo” (LIEURY, 1990). En el proceso de envejecimiento las modalidades
sensoriales sufren modificaciones y éstas pueden tener consecuencias
psicológicas y sociales sobre la persona según la modalidad y el grado de
alteración de la percepción. Los niveles perceptivos de la visión, la audición,
y el equilibrio sufren cambios muy importantes en el proceso de envejecimiento,
el tacto, la temperatura y el dolor experimentan modificaciones leves, el gusto
y el olfato permanecen muy estables a lo largo de toda la vida del ser humano.
Las pérdidas de la
visión y la audición repercuten mucho sobre la privación de autonomía en las
personas mayores. La agudeza visual se ve afectada precozmente, desde los 20
años comienza a deteriorarse lentamente hasta los 60, y después de los 60 los
decrementos se acentúan más. También el oído sufre decrementos aunque es raro
encontrar una pérdida de audición severa antes de los 70 años. Schuknecht
(1964) observó que el envejecimiento puede producir patologías en el oído
interno sobre todo en el órgano de Corti. Por su parte Whitbourne (1985) achaca
la pérdida de audición en las personas mayores a la degeneración de las células
ciliadas. En la pérdida de audición de las personas mayores pueden influir otros
factores como la exposición prolongada a ruidos durante la época laboral,
infecciones, efectos nocivos de algunos antibióticos, régimen alimenticio,
influencias genéticas.
El envejecimiento
cognitivo
Las funciones
cognitivas son todas las actividades mentales que realiza el hombre al
relacionarse con el ambiente que le rodea, si hay decremento de las funciones
cognitivas en la vejez no significa que sea un fenómeno homogéneo, ya que el
envejecimiento intelectivo de cada individuo es diferente. La psicología
gerontológica intenta averiguar si la inteligencia y otras habilidades
intelectuales sufren algunas modificaciones en el transcurso de los años
(BOTWINICK, 1967). Muchos autores coinciden en describir la inteligencia como
la capacidad general y global que permite al individuo adaptarse a nuevas
situaciones y resolver problemas. Para otros es la capacidad de tener
pensamientos abstractos y racionales. Binet la define como la capacidad general
que permite tener buena comprensión, juzgar bien y tener un razonamiento
adecuado.
En los años cuarenta
con la aplicación masiva de test, se expandió la creencia que la inteligencia
disminuye con los años, pero el envejecimiento no afecta por igual en todas las
actividades intelectivas. En la aplicación de algunas baterías de test se
comprueba que lo niveles verbales disminuían pero no los niveles de
razonamiento.
Los estudios
transversales constatan un decremento general de la inteligencia en el
transcurso de los años, pero no afecta por igual a todas las habilidades
intelectuales. Con objeto de desterrar el estereotipo según el cual los
decrementos son irreversibles y consustancial al proceso de envejecimiento, se
desarrollan programas encaminados a prevenir y/o estabilizar los decrementos
cognitivos de las persona mayores.
Los trabajos sobre el
desarrollo de la inteligencia han permitido recoger importantes datos sobre
todos los tramos de la edad adulta, y poner de manifiesto que la cognición
humana disminuye con la edad.
A esta conclusión
llegan los resultados obtenidos tanto en los test un factoriales como en los
test multifactoriales, en los test de inteligencia general se observa una
correlación negativa con la edad y los test multifactoriales indican que los
niveles cognitivos disminuyen, pero no de forma igualada en todas las áreas.
Así las habilidades que dependen menos del aprendizaje escolar y más de la
experiencia adquirida son más resistentes al declive con el transcurso de los
años: es el caso de las habilidades verbales, que no se deterioran tanto como las
habilidades para la resolución de problemas.
Es cada vez más
evidente la influencia que ejercen sobre la inteligencia adulta, las variables
culturales y la dimensión histórica; favorecen una aparición más tardía y más
liviana de las deficiencias cognitivas
(BALTES, 1984; CUNNINGHAM e OWENS, 1983; SCHAIE, 1956;
1980). Es fácil observar que las personas mayores que han seguido
una baja escolarización o presentan problemas de salud, suelen tener un
rendimiento intelectual inferior al de las personas con mayores niveles de
escolarización y buen estado de salud física (BELSKY, 1990). Por otra parte se
ha comprobado que el entrenamiento de las habilidades intelectuales en las
personas mayores mejora sustancialmente los niveles intelectivos deteriorados y
previene los decrementos, la noción de plasticidad del funcionamiento
intelectivo queda patente en estudios de Baltes y Willis (1982) recogido en
Baltes (1984) en el programa Adult Development and Enrichment Projet. ADEPT,
por medio del cual tratan de modificar las habilidades de la inteligencia fluida
mediante el ejercicio, consiste en exponer a la persona mayor a un test de inteligencia
dándole la oportunidad de familiarizarse con la prueba hasta que pueda realizarla
correctamente. Schaie y Willis (1984, recogido en el 86) rechazan el declive universal
e irreversible de los procesos cognitivos. Igualmente hay que señalar las situaciones
carenciales rutinarias y poco estimulantes que sufren muchas personas mayores contribuyen
a que los individuos obtengan unas bajas puntuaciones al aplicarles test de
inteligencia. Es estilo de vida y la actitud general de los individuos influye
de forma determinante en los decrementos cognitivos que se manifiestan.
Las personas mayores
se quejan frecuentemente de sufrir trastornos de memoria, la mayoría de los
lapsus amnésicos que afloran durante la senectud, no están provocados por
patologías orgánicas degenerativos, tienen su origen en los estados depresivos
o en la influencia que ejercen algunos rasgos de la personalidad del sujeto. No
se sabe la verdadera razón que provoca su decremento según avanza el ciclo
vital. Todo parece indicar que las disfunciones mnésicas sobrevienen por causas
biológicas (cambios o pérdidas de células cerebrales), bajo nivel intelectivo y/o
factores psicosociales (falta de hábito de recordar, escasa motivación etc.)
Algunos autores indican que los déficits observados en los momentos de la
recepción de la información y fijación de las impresiones, pueden ocasionar los
decrementos que sufre la memoria en el transcurso de los años. Pese a las
quejas de los ancianos sobre la falta de memoria, esa función cognitiva no se
deteriora completamente con la edad, y ciertas áreas donde intervienen procesos
mnésicos automáticos no se ven afectadas por el envejecimiento. Para Tiberghien
(1991) la memoria humana se puede definir como un sistema de tratamiento de la información compuesto
por bloques primarios organizados de forma secuencial. Desde ahí los cambios
que se producen en la memoria se explican con el análisis de su estructura, los
procesos que operan en ella y los conocimientos que han sido almacenados. En
todo proceso de memorización se dan tres fases: adquisición, elaboración y
recuperación.
De forma general las
personas mayores recuerdan peor que los adultos jóvenes la información
previamente aprendida. La mayoría de los estudios realizados aportan poca
información acerca de cómo solucionar los problemas cotidianos de memoria que
sufren las personas mayores. Los resultados de algunos estudios indican que la
memoria de las persona mayores está directamente influida tanto por variables
propias del sujeto como por su nivel de instrucción, personalidad, actividad
intelectual, apoyo social, nerviosismo, extraversión y estado de salud (VAN
DERLINDEN, 1992).
Con objeto de
prevenir y tratar los déficits mnésicos de las personas mayores el autor
elaboró una serie de propuestas, desde la creencia que la memoria es una
facultad susceptible de entrenamiento, y mientras más se ejercita más
fácilmente se encuentran las técnicas adecuadas para su recuperación. También
sostiene que la distracción y la sobrecarga de información repercuten
negativamente sobre los procesos de memoria, las instrucciones ayudan a las
persona mayores a concentrarse y prepararse mejor para el recuerdo. Una
información relacionada con el entorno y el ámbito familiar es más fácil de
recordar, al tiempo que la precipitación y la ansiedad disminuyen la
concentración y la memoria se ve debilitada. El apoyo social y los refuerzos
positivos son variables que repercuten positivamente en la reeducación de la
memoria.
Envejecimiento social
Desde la perspectiva
de la psicología social el hombre es concebido como un ser que tiene sus
propias peculiaridades y que pertenece a un grupo social complejo y
heterogéneo. Entre los hombres y su grupo de pertenencia se desarrolla un
sistema de interacción más o menos directo (relaciones afectivas) o mediatizado
(rol y estatus) susceptibles de propiciar el buen funcionamiento global del
individuo (satisfacción vital). Desde este punto de vista se intenta explicar
cómo el proceso de envejecimiento en la persona no se produce de forma aislado,
sino que se desarrolla dentro de un contexto social donde las creencias,
valores, actitudes, pensamientos influyen en el comportamiento y adaptación de
los individuos.
Se han presentados
varias teorías que pretenden dar a conocer la adaptación de las personas al
proceso de envejecimiento, y aunque cada una tiene su forma de valorar la
incidencia de los factores culturales, sociales y biológicos, todas procuran
explicar cómo se desarrollan las relaciones sociales entre las personas mayores
y el sistema social.
La
teoría de la desvinculación fue una de las primeras que intentó
estructurar de una manera comprensiva la posición de los mayores en la sociedad
(CUMMING e HENRY, 1961). Se considera que durante de envejecimiento las personas
experimentan una separación gradual de la sociedad, un decrecimiento de interacciones
entre la persona y su medio. Este retraimiento se manifiesta sobre todo en el momento
de la jubilación, como referente fundamental en el alejamiento de la vida
productiva.
La
teoría de la modernización pretende explicar los cambios en el
estatus de las personas mayores, a partir de las modificaciones de los sistemas
sociales en función del grado de industrialización que alcanzan las distintas
sociedades. Se argumenta que el nivel de estatus de los mayores es inversamente
proporcional al grado desindustrialización. Conlleva la nostalgia de períodos
anteriores, donde se supone que los mayores gozaron de una “edad de oro”. Por
el contrario una revisión histórica
Muestra como el trato
recibido por el anciano ha sido ambivalente y no se puede establecer una
relación incuestionable entre la modernización y sus estatus, puesto que las
transformaciones sociales derivadas de la evolución económica constituyen un
proceso complejo que no ha tenido siempre las mismas consecuencias en la
calidad de vida de la población de más edad (ACHEMBAUM, 1978; CRANDALL, 1991;
FISHER, 1978).
Teoría
de la actividad (NEUGARTEN, 1968-1970;
NEUGARTEN e HAGESTAD, 1990) constituye el polo opuesto de la teoría de la
desvinculación, puesto que argumentan que cuantas más actividades se realizan más
posibilidades se tienen de estar satisfechos con la vida. Una de las bases de
esta teoría es considerar que los seres humanos desarrollan sus valores, significados y modos de actuar a partir de un
proceso de comunicación social
(BLUMER, 1982). Mucha
gente mayor procura continuar con las mismas actividades de su juventud, ya que
mantienen las mismas necesidades psico-sociales de etapas anteriores.
Según
la teoría de la continuidad el descenso en las cuotas de
realización de las actividades se explica en función de la salud empobrecida o
en minusvalías adquiridas, y no en una necesidad de desvincularse sentida por
las personas mayores.
Esta teoría predice
que las personas en sus elecciones mostraran una inclinación hacia lo que
perciben como continuidad.
Así pues el éxito y
la satisfacción pueden ser el resultado de esas decisiones, pero no siempre.
Las personas – según la teoría tenderán más a continuar que a cambiar, eso no
significa que la continuidad sea ausencia de cambio, sino que a lo largo del
tiempo se da una consistencia de los modelos de ideas y comportamientos.
Teoría
de la competencia pretende explicar la interdependencia entre las
personas mayores y su mundo social como un
movimiento circular que estimula la visión negativa que los mayores tienen de sí mismos, por la imagen que les envían los demás. Este círculo es difícil de romper, puesto que las enfermedades y problemas propios de la edad incrementan esta mala imagen sugieren que se puede descomponer esta espiral desarrollando grupos de apoyo que permitan reconstruir la imagen de enfermedad e incompetencia,
aunque los resultados de esta intervención resultan difíciles de medir
empíricamente.
La
teoría de la subcultura (ROSE,1968) considera que las personas
mayores conforman una subcultura propia que se plasma en la organización de
importantes grupos como las Panteras Grises en Alemania o la Asociación
Americana de Personas Jubiladas. Hay estereotipos negativos vinculados a las
personas mayores, el edadismo o prejuicio sobre el envejecimiento, da prioridad
a los factores de tipo biológico, y deja en segundo plano los factores
derivados de la clase social, historia de vida o políticas sociales que aportan
una variación considerable al proceso del envejecimiento.
La
teoría de la estratificación por edades (RILEY, 1986-1988) esta
teoría asume que la sociedad se compone de generaciones sucesivas de personas
que van envejeciendo de manera distinta y que, continuamente, fuerzan a sus
predecesores a abandonar roles sociales. Las personas que nacen en fechas
cercanas experimentan el proceso de envejecimiento de forma similar, de tal
manera, que cada generación debe afrontar un conjunto de acontecimientos y
cambios relacionados con su fecha de afiliación. Puesto que la sociedad cambia,
la población de distintas cohortes envejece de manera distinta.
articulo cientifico
Enfermería
Global Nº 17 Octubre 2009 Página 1
ADMINISTRACIÓN
– GESTIÓN - CALIDAD
ENVEJECIMIENTO
Y SOLEDAD
AGING
AND SOLITUDE
*Álvarez González,
R., *Cullell Pares, M., **De Frutos Gallego, E., ***Fabretat
Casamitjana, MA., *Ramírez
Llaras, A.
*Diplomada
en Enfermería. **Doctora en Pediatría. ***Adjunta de Dirección. ABS Raval
Nord.
CAP Dr. Lluís Sayé. SAP Litoral. Barcelona (ICS).
Palabras clave:
Envejecimiento; Soledad; Enfermería en Salud Comunitaria; Urgencias.
Keywords: Aging, Solitude, Nursing in Community
Health, and Emergency Unit.
RESUMEN
Objetivo: Analizar si en las
personas mayores en situación de fragilidad que han sido atendidas por el
servicio de urgencias domiciliarias, constaba el seguimiento por el personal de
enfermería del centro y si constaba el diagnóstico de “Personas mayores en
situación de fragilidad”.
Material y método: Se realizó un estudio
observacional en dos fases: 1ª se analizaron todas las personas mayores de 64
años que fueron atendidas en el servicio de urgencias domiciliarias del centro
de Atención Primaría de Raval Nord, se analizó si en dicha población constaba
el seguimiento de enfermería y el diagnóstico de personas mayores en situación
de fragilidad ; 2ª fase, se realizó un muestreo simple de la población
analizada y se evaluó si se produjeron cambios en los diagnósticos de
enfermería y seguimiento de dicha población.
Resultados: De un total de 776 visitas
domiciliarias de urgencias médicas, se observó que 568 (73,19%) eran mayores de
64 años. Del total, se estudiaron 57 (10%) casos y se observó que el 80%
pertenecían al grupo de edad comprendido entre 75 y 85 años; el 77,26% eran
mujeres; el 94% con diagnóstico crónico (Diabetes, Hipertensión Epoc...); el
77,2% eran personas polimedicadas y el 66,7% del total no estaban incluidas en
el programa de Atención Domiciliaria y No constaba ningún diagnóstico de “personas
mayores frágiles”. En la segunda fase se observa un incremento en la atención
por parte de los profesionales de enfermería y un aumento en el diagnóstico de “Personas
mayores frágiles”.
Conclusiones: La utilización del
diagnóstico de enfermería en las personas en situación de fragilidad es una
herramienta imprescindible para el seguimiento y control de dicha población.
ABSTRACT
Objective: The aim of this study is to analyze whether elderly people in a state
of fragility, visited by the Emergency Domiciliary Care service, have received
a follow-up program by the nursing staff and whether they were labeled as “Elderly
people in state of fragility.”
Material
and method: A two-phase observational study.
Firstly, in phase I, a population comprising people older than 64 and visited
by the emergency domiciliary service from the Raval Nord Primary Care Centre
was selected. Whether they had received nursing follow-up and whether they had
been diagnosed as elderly people in a frail state was analyzed. In phase II, a
simple random sample from this population was chosen. Here, it was analyzed
whether there had been changes in the nursing diagnosis and follow-up.
Results: Of a total was seen that of 776 medical emergency domiciliary visits,
568 (73.19%) were people belonging to the over 64 group. Out of the total, 57
cases (10%) belonged to the age group between 75 and 85 years old (80%). Out of
this group, 77.26% were women; 94% were diagnosed with a chronic condition
(diabetes, hypertension, chronic obstructive pulmonary disease, etc); and
77.2%
were polymedicated. In addition, 66.7% were not included in the Domiciliary
Care Program and were not diagnosed as frail elderly people. In phase II, an
increase in nursing care, as well as in the “frail elderly people” diagnosis
was found.
Conclusions: The use of nursing diagnosis for elderly people in a frail state is an
indispensable tool for the monitoring and follow-up of that population.
INTRODUCCIÓN
En
los últimos años la población española presenta un proceso de envejecimiento
similar al resto de sociedades llamadas desarrolladas. Según la OMS se calcula
que en el año 2025 alrededor de 1000 millones de personas tendrán más de 60
años. Y si el hecho de envejecer no es ninguna enfermedad, y no debemos asociar
vejez con dependencia (1), es bien cierto, no obstante, que va acompañado
de un aumento de incidencia y
prevalencia de enfermedades crónicas cardiovasculares, diabetes, enfermedades
de Alzheimer y otras afecciones de salud mental relacionadas con el envejecimiento
(2). Esta situación se agudiza en ciudades con alto índice de densidad como la
ciudad de Barcelona, que tiene una casco antiguo con una densidad superior a
21.074 hab/km2, y que es la zona de la ciudad en la que mayor índice de
población envejecida hay, el 30% de su población es mayor de 65 años. Según el
estudio “Las Personas mayores en España 2004” (IMSERSO), en el año 2030 en
España la población mayor de 80 años será el 7,2% (2) y el mismo informe nos
dice que el 32,4%. de esta población vive en soledad.
La edad avanzada, junto
con la soledad, puede ser una causa importante de aislamiento, El informe
realizado por la Agencia de Salud Pública de Barcelona (ASPB) (3), nos dice que
en el año 2007 el 40,5% de las mujeres y el 20% de los hombres mayores de 85
años viven solos, y que por barrios, en Ciutat Vella, la mitad de las ancianas
viven solas y una cuarta parte de hombres también. Esta situación es fácil de
observar en el Centro de Salud Raval
Nord (CAP) ubicado en el
distrito de “Ciutat Vella” de Barcelona. En la historia clínica informatizada
(e-cap) del CAP, utilizada en la mayoría de los centros públicos de Atención
Primaria de Cataluña,
existe el diagnóstico de “Vell Frágil = Persona Frágil” (población frágil). Se
incluye en este apartado toda persona mayor de 65 años que cumpla un ítem del test
de Barber (4). Asimismo existe el programa de atención domiciliaria (ATDOM) (5)
dirigido a toda la población que no pueda desplazarse al CAP por un motivo de
salud y requiera atención sanitaria.
A través de estos
mecanismos se pretende, entre otras cosas, dar continuidad a la atención sanitaria
y seguimiento del estado de salud de toda la población.
El presente trabajo tiene
como objetivo principal analizar si la población de edad avanzada que solicita
en el CAP visitas de urgencia domiciliaria tiene seguimiento de los cuidados “se
puede vivir sin tratamientos, pero no se puede vivir sin cuidados” (6) por
parte del personal de enfermería.
OBJETIVO
Analizar si la población
de edad avanzada que solicita visita de Urgencias en el centro de
Atención Primaria tiene
seguimiento por parte de los profesionales de Enfermería.
Objetivos
específicos
1) Analizar si a través de
la Historia clínica (Hcap) de las personas adultas en situación de fragilidad
consta registrado el diagnóstico de “Vell Frágil”;
2) Determinar si en esta
población consta el diagnóstico de enfermería;
3) Identificar si las
personas adultas de riesgo vistas en el servicio de urgencias presentan
problemas crónicos de salud en los que ha de intervenir el personal de enfermería
en los cuidados,
MATERIAL
Y MÉTODO
Se realiza un estudio
observacional, descriptivo, para identificar si las personas mayores en situación
de fragilidad que solicitaban servicio de urgencias domiciliarias constaba el registro
de su situación de “persona frágil”. Se analizó el total de la muestra y se
recogieron a través de la Historia Clínica informatizada las distintas
variables.
Se realizaron 2 fases: de
enero de 2007 a finales de julio de 2007 en la primera fase y una segunda fase
en el año 2008 en la que se analizó la misma muestra.
De un total de 776 visitas
domiciliarias de urgencias médicas se observó que 568 (73,19%) eran mayores de
64 años y el resto, un total de 208 (26,80%), eran menores.
Se realizó un muestreo
aleatorio simple y se obtuvo un total de 57 casos que representan el 10% de la
muestra total.
Las variables objeto de
estudio fueron: Edad; Sexo; Diagnóstico de “Persona Frágil”;
Registro de diagnóstico de
enfermería; Presencia de problemas crónicos de salud, considerando enfermedad
cardiovascular, diabetes, Epoc; Polimedicación (más de cinco fármacos).
Se efectuó una base de
datos con las variables definidas y la explotación estadística a través del
programa informático Statistical Package for the Social Sciencies ( SPSS). El estudio
de las variables definidas se realizó a través de las Historias Clínicas del
programa E-cap.
RESULTADOS.
En la primera fase se
observó que del total de 57 casos estudiados, más del 80% del total pertenecía
a los grupos mayores de 75 años y 85 años, seguido del grupo de más de 65 años
que representó el 14%
Se analizó si eran
personas que estaban incluidas en el programa de Atención Domiciliaría, y se
observó que el 66,7% no están incluidas. Al analizar si estaba incluido el diagnóstico
de Vell frágil (Ecap: Z91.8) se observó que en ningún caso se había registrado dicho
diagnóstico.
Al analizar si en los
últimos seis meses fueron visitados por el profesional de enfermería, se observó
que el 68,4% sí habían sido visitados, y el 31,6% no.
De este porcentaje del
31,6% de diagnóstico de enfermería registrado se observa que la mayoría (21,1%)
de los diagnósticos se refieren a las personas incluidas en el programa.
SEGUNDA
FASE
Al analizar después de
transcurrido un año el comportamiento de dicha muestra, se observó que el total
de 57 casos se reduce a 49 casos, por motivos de exitus, ingresos en residencia
y traslados domiciliarios.
Del total de 49 casos se
observó que el diagnóstico de Enfermería representaba el 40,4%, un ligero
aumento de 23 casos en el 2008 en relación a la tabla 7 que eran 18
casos (El 33,3%) observados en el análisis del año 2007.
DISCUSIÓN
Y CONCLUSIONES.
Se observó que la mayoría
de las personas que solicitaron urgencias domiciliarias tenían más de 65 años,
siendo el grupo de edad entre 75 a 85 años el de más solicitantes (7). En su
mayoría estaban diagnosticados con alguna patología crónica, polimedicados y no
incluidos en el programa de atención domiciliaria.
En el primer periodo del
estudio sorprendió que no hubiera en ningún caso de la muestra registrado con
el diagnostico de “ Vell frágil” y que los diagnósticos de enfermería sólo se habían
registrado en las personas que estaban incluidas en el programa de atención domiciliaria
(ATDOM) (5). En cambio en el segundo análisis correspondiente al año 2008, se
observó una mayor captación de las personas mayores. Había un aumento en el diagnóstico
de “personas frágiles” y aumentaban los diagnósticos de enfermería en la población
autónoma que acudía a las consultas de forma independiente, probablemente por
la sensibilización de los sanitarios al comunicar la realización de este
estudio.
La población en situación
de fragilidad es la que de forma preferente debe de estar controlada por el
personal de enfermería, ya sea en el domicilio o en la consulta, ya que tienen
una serie de problemas derivadas de su patología que son competencia del personal
de enfermería (8). Las personas incluidas en el programa ATDOM es más frecuente
que tengan un seguimiento de sus problemas de salud ya que a través de los
programas informáticos se pueden realizar listados y comprobaciones del
seguimiento de estos pacientes. Existe un protocolo que indica la periodicidad
que se debe seguir para realizar la visita domiciliaria en función de la
patología o situación. En cambio en las personas mayores en situación de
fragilidad, si no se hace constar el diagnóstico de “persona frágil”, si tras
la vista de urgencia nos limitamos simplemente a comunicarle el día de la
próxima visita, puede existir el riesgo de que no se solicite o no acudan a la
misma, ya sea por olvido, pérdida de memoria, soledad, aislamiento, etc. Esta
situación nos debe llevar a pensar en un circuito que nos ayude y facilite el
seguimiento de esta población.
CONCLUSIONES
Establecer y codificar el
diagnóstico de “persona frágil” podría ser una buena herramienta, para que a
través de los programas informáticos se realicen listados y comprobaciones que ayuden
al seguimiento de las personas en situación de fragilidad, pues en muchas ocasiones
el contacto con los servicios de salud sólo se realiza a través de la demanda a
los servicios de urgencias.
Enfermería
Global Nº 17 Octubre 2009 Página 8
BIBLIOGRAFÍA
1.Rodríguez Borrego Mª A.
La Ancianidad en las publicaciones periódicas enfermeras:
Rol y Nursing edición
española, de 1997 a 2000. Rev. Enfermería Global, nº 10, mayo
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el SXXI. Boletín sobre el envejecimiento. Perfiles y tendencias.
Febrero 2006 .
Acceso en : www.seg-social.es/imserso/masinfo/boletinopm21.pdf
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l´informe “La salud a Barcelona 2007” :Una ciutat amb bona
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Pública de Barcelona (ASPB) . 19 Noviembre 2007. Accesible en: http://www.aspb.es/quefem/docs/ndp_informe%20de%20salut_08.pdf
8. Maestro Castelblanque
E. Albert Cuñat V .¿Quiénes son ancianos frágiles-ancianos de riesgo?Estudio en
personas mayores de 65 años del Área Sanitaria de Guadalajara .
Medicina General. 2002 ;
47: 667-680.
Acceso en: http://www.medicinageneral.org/revista_47/pdf/667-680.pdf
ISSN
1695-6141
© COPYRIGHT Servicio de Publicaciones - Universidad de Murcia
Factores de riesgo de desnutrición
Diagnóstico de enfermedades concretas relacionadas con déficit nutricionales.
Evaluación del estado nutricional
Enfermería Global Nº 2 Mayo 2003
CLÍNICA
CAMBIOS NUTRICIONALES EN EL PROCESO DE ENVEJECIMIENTO
*Moure Fernández, L., **Puialto Durán, M.J., Antolín
Rodríguez, R.
*Lic. en Enfermería. Supervisora UCIP. CHU Xeral-Cíes.
Vigo. ** Lic. en Enfermería. Prof. E.U.E. Hospital do
Meixoeiro. Vigo (Pontevedra).
Palabras clave: nutrición, envejecimiento, riesgo de
desnutrición, calidad de vida.
RESUMEN
En la actualidad no cabe duda de la importancia de la
nutrición como indicador de salud, por tanto, conocer el estado nutricional de
la población anciana permite valorar de forma indirecta su estado de salud,
pero también detectar y tratar de forma precoz situaciones de riesgo de
malnutrición. Se sabe que las necesidades nutricionales del individuo varían
con la edad, aunque aún no ha sido determinado cuál sería el aporte nutricional
óptimo para la población anciana.
El objetivo de este trabajo es conocer los cambios que se
producen en la nutrición durante el proceso de envejecimiento.
La metodología utilizada ha sido la revisión
bibliográfica.
Se analizan los cambios en la composición corporal, en
los diferentes órganos y los factores de riesgo de desnutrición, planteándose
finalmente distintos tipos de intervención nutricional, concluyendo que el envejecimiento
normal no es, por sí mismo, una causa de desnutrición en la población anciana
sana.
INTRODUCCIÓN
La población anciana es el sector de mayor crecimiento en
el mundo desarrollado. En el último siglo la esperanza de vida ha aumentado
veinticinco años, cifra superior a la conseguida en cinco mil años de historia
de la humanidad 1. En España, la proporción de personas mayores de 65 años ha
pasado de un 5% a principios de siglo a un 13% en la actualidad. Según el
informe del Instituto de Estadística sobre “Proyecto de la población española
en el período 1980-2010”, las personas mayores de sesenta y cinco años pasarán de
4,3 millones a 6,2 millones. De ellas, 270.0000 con edad superior a ochenta y
cinco años
2. En este aumento de población anciana se puede destacar
que el grupo de edad que crece de manera más acelerada es precisamente el de
los ancianos por encima de los 85 años, que casi ha triplicado su proporción en
lo que va de siglo.
En la actualidad no cabe duda de la importancia de la nutrición
como indicador de salud, pero también de capacidad funcional y de calidad de
vida. Claramente la desnutrición se asocia a una mayor morbilidad. Por
tanto conocer el estado nutricional de la población anciana permite valorar de
forma indirecta su estado de salud, pero también detectar y tratar de forma
precoz situaciones de riesgo de malnutrición y, en consecuencia, enfermedades crónicas
asociadas.
En los últimos años ha aumentado la información en nutrición
y envejecimiento. Los datos disponibles en la actualidad se resumen en tres
pilares básicos:
1. El envejecimiento, entendido como proceso que dura
toda la vida, conlleva cambios tanto en la composición corporal como en la
funcionalidad de los órganos.
2. Los hábitos nutricionales son un factor de riesgo
importante para algunas enfermedades degenerativas crónicas que se manifiestan
a edades avanzadas (HTA; arterioesclerosis)
3. Las necesidades nutricionales del individuo varían con
la edad, pero aún no ha sido determinado cuál sería el aporte nutricional
óptimo para la población anciana.
En nuestro país existen pocos datos sobre el estado
nutricional de la población anciana.
Se han realizado estudios clínicos sobre la incidencia y
prevalencia de malnutrición en pacientes ancianos en los diferentes niveles de
atención sociosanitaria (nivel domiciliario , hospitalario, residencial)
El objetivo de
este trabajo es conocer los cambios que se producen en la nutrición durante el
proceso de envejecimiento.
MATERIAL Y MÉTODO
La metodología utilizada ha sido la revisión bibliográfica,
así como de las Webs relacionadas.
RESULTADOS
A medida que profundizamos en el estudio de las particularidades
de la persona mayor y en los componentes que hacen que su entorno se configure
de una determinada manera, vamos conociendo aspectos diferenciadores de su
naturaleza.
Muchas cosas se producen a partir del propio estilo de vida,
de la propia cultura, de la manera en que nos relacionamos con el entorno, con
nuestros hábitos y nuestras costumbres. Uno de los aspectos de nuestra cultura
es que está ligada a los hábitos alimentarios. El lugar de nacimiento, las
costumbres familiares y la educación recibida, van determinando una manera de
alimentarnos.
Cada etapa de la vida tiene unas necesidades nutricionales
que responden a parámetros biológicos, funcionales, culturales, etc. Por lo
tanto, también cuando envejecemos es necesario que adaptemos nuestra
alimentación a unas necesidades nutricionales determinadas, en función de
nuestra situación concreta, de nuestra edad, de nuestro estado de salud y de
nuestra capacidad funcional.
Aspectos nutricionales del
envejecimiento
El envejecimiento no es un proceso homogéneo. No existe
un envejecimiento sino diferentes tipos de envejecimiento: el envejecimiento
demográfico (referido como un grupo de población) y el envejecimiento
individual, en el que intervienen diversos factores, unos biológicos
(inmodificables) y otros psicológicos, sociales y subjetivos (modificables).
Por este motivo, en el campo de la nutrición, con frecuencia, es difícil
diferenciar los cambios relacionados con la presencia de enfermedades crónicas,
alimentación inadecuada y envejecimiento. En la relación
nutrición/envejecimiento se pueden plantear dos objetivos principales:
· Nutrirse para envejecer con buena salud.
· Nutrirse para prevenir o evitar la aparición de
enfermedades.
Cambios relacionados con el envejecimiento
Además de las condiciones psicosociales del anciano, que
influyen notablemente en su modo de vida y alimentación, hay cambios orgánicos
relativos a la vejez y que plantean un primer interrogante: ¿cuándo empieza la
senectud?. Es preciso asumir que , en un momento dado de la evolución
biológica, se dan cita una serie de cambios fisiológicos y metabólicos que van
unidos a los procesos de involución. No se conocen bien los mecanismos por los que
la nutrición puede influir en estos fenómenos, aunque los cambios metabólicos
imponen reajustes en las necesidades de macro y micronutrientes, invalidando
relativamente las necesidades establecidas tradicionalmente.
Los cambios aparecidos con el envejecimiento que pueden
relacionarse con el estado nutricional de la persona mayor se pueden dividir en
tres apartados:
1- en
la composición corporal
2- en
los diferentes órganos
3- en
el metabolismo. Todos ellos tendrán una repercusión en el metabolismo
energético y en la reserva funcional orgánica.
1- Cambios en la composición
corporal
Los cambios en la composición corporal pueden ser de tres
tipos: talla, peso y distribución compartimental.
1.1-Talla
La evolución de la talla es diferente en los hombres y en
las mujeres, pero en general se puede afirmar que a partir de la edad adulta
existe una disminución progresiva de la talla, especialmente destacada a partir
de los 60 años. Se habla de una disminución de más de
1cm. por cada década de vida después de esta edad. Los cambios
de la talla se relacionan especialmente con las modificaciones óseas de la columna
vertebral. Se observa un acortamiento de la altura de los cuerpos vertebrales y
de los discos, así como una modificación del eje columnar, apareciendo con
frecuencia una cifosis dorsa.
1.2- Peso
La curva de peso se modifica a lo largo de la vida. En
general se puede decir que progresivamente hasta la edad de 40-50 años en los
hombres y de 50-60 años en las mujeres, para estabilizarse alrededor de los 70
años. A partir de esta edad, se produce n descenso importante de este parámetro.
1.3-Distribución
compartimental
Con la edad se describen modificaciones de la composición
corporal. Los cambios aparecidos se superponen con los que padece el organismo
del adulto joven en situación de desnutrición. Esto dificulta la valoración e
interpretación de los parámetros de malnutrición en geriatría. Las
modificaciones aparecen principalmente en tres compartimentos diferentes: masa
grasa, masa magra y compartimento hídrico.
1.3.1- Masa grasa.
Con la edad se observa un aumento de la grasa corporal que se redistribuye.
Aumenta la grasa profunda que envuelve los órganos, mientras que la superficial
o subcutánea disminuye.
1.3.2- Masa magra
o masa celular activa. Se observa una disminución selectiva de la masa magra,
disminuyendo especialmente la masa muscular. Mientras que en el adulto joven la
masa muscular llega a representar el 45% del peso total de la masa magra, en la
persona mayor representa el 27 %. Existen igualmente cambios involutivos en los
órganos que se traducen en una disminución de su peso: se describe una
reducción del 8% del peso del cerebro, un 9% de los riñones, un 11% del pulmón,
un 18% del hígado y de las glándulas suprarrenales, un 23% de los testículos y
tiroides y un 37% del bazo. La estructura ósea disminuye de manera sustancial
en su contenido mineral. Se favorece la osteoporosis, en particular en las
mujeres en edad posmenopáusica.
1.3.3-
Compartimiento hídrico. Con respecto al agua corporal, se describe una
disminución del compartimiento hídrico del organismo con dificultades para
mantener su equilibrio. Esta disminución predomina en el sector extracelular y
es una de las causas de pérdida de peso en las personas más mayores. La
hipodipsia o disminución de la sensación de la sed se plantea como uno de los
factores causantes de deshidratación en el anciano. Algunos autores lo
relacionan con una disminución de la sensibilidad de los barorreceptores sanguíneos
y una disminución de respuesta a la hormona antidiurética.
2- Cambios en los diferentes
órganos
2.1- Cambios
bucales
Con la edad se produce una disminución de la secreción
salival y una descamación de las células de la mucosa oral, con aparición
frecuente de sequedad bucal, gingivitis y periodontitis. Se observa una
pérdida de dientes, con disminución de la capacidad masticatoria. Se describen
también pérdida y atrofia de las papilas gustativas.
Todos estos cambios facilitan la aparición de un estado
de inapetencia, así como la modificación del comportamiento alimentario.
2.2- Alteración de
los sentidos
La disminución de los sentidos de la vista, del gusto y
del olfato, descritos con frecuencia en la población anciana, pueden interferir
en la potabilidad de determinados alimentos y,
modificar el
comportamiento alimentario.
2.3- Cambios en el tubo digestivo
Se describe una disminución global de su funcionalismo
que puede interferir en la digestión de los alimentos. Existe un
enlentecimiento del peristaltismo esofágico y del vaciado gástrico. La
gastritis atrófica que se observa algunas veces en las personas mayores puede
ocasionar una disminución de la secreción ácida y del factor intrínseco, provocando
una disminución de la absorción de determinadas vitaminas (vitamina B12) y de ciertos
medicamentos (cápsulas entéricas). En relación con el páncreas se describe un descenso
de la secreción exocrina que dificulta la tolerancia a las dietas ricas en
grasas.
Existe también una menor secreción de bilis. La reducción
del flujo sanguíneo al tubo digestivo en
relación con una disminución del débito cardíaco, o con la presencia de una afección
arterial difusa, resulta en un deterioro de la mucosa intestinal, con atrofia
de las vellosidades y una menor capacidad de absorción. Por todo esto, es común
que las personas de edad avanzada presenten una disminución global de la
capacidad de absorción y digestión que puede manifestarse en determinadas ocasiones,
especialmente frente a dietas poco equilibradas, ricas en grasas, ingesta de
determinados fármacos, situaciones de enfermedad, etc.
2.4- Cambios en el
aparato cardiocirculatorio
En el corazón se produce un depósito de lipofuscina que
altera la elasticidad y la compliancia de este órgano. Las modificaciones de la
red vascular son similares a las que se producen en la hipertensión arterial.
2.5- Cambios en el
aparato respiratorio
La deformidad de la caja torácica y, especialmente, la
cifoscoliosis grave puede provocar una insuficiencia respiratoria de tipo
restrictivo. En general se produce una disminución de la superficie alveolar,
de la capacidad de distensión pulmonar, de la capacidad vital y de la presión
arterial de oxígeno. En cambio, existe un aumento del volumen pulmonar
residual.
La alteración de la función pulmonar puede implicar
cambios en el metabolismo energético, así como en la tolerancia al ejercicio
físico.
2.6- Cambios en el
sistema nervioso
Por lo que respecta al sistema nervioso central, se
describen modificaciones morfológicas, bioquímicas, funcionales y en la neurotransmisión.
Los cambios morfológicos consisten en disminución del peso del cerebro,
aparición de atrofia cerebral, pérdida de numerosas neuronas, presencia de
placas seniles y de depósitos de lipofuscina y de amiloide en los astrocitos.
Todas estas modificaciones convergen en una alteración de la memoria y en una
disminución de la información procesada por las células receptoras de los sentidos
(oído, gusto, vista, tacto). Todo esto implicará una menor capacidad de
adaptación a los cambios, un enlentecimiento de las reacciones y la aparición
de cambios en el comportamiento. Esto podría explicar, en parte, algunas características
del comportamiento alimentario, como las dietas monótonas y
desequilibradas.
2.7- Cambios
renales
A partir de los 50 años se observa una pérdida de la masa
renal. Se producen modificaciones funcionales con disminución del flujo plasmático
renal y del filtrado glomerular7,10. En relación con el sodio se describe una disminución
de la capacidad para mantener el equilibrio entre su absorción y su secreción.
Por este motivo dietas excesivamente restrictivas en sodio pueden inducir a un
estado de deshidratación.
3- CAMBIOS METABÓLICOS
3.1- Metabolismo
de los glúcidos
La absorción de los glúcidos no está alterada hasta edades
muy avanzadas. La intolerancia a la lactosa es bastante frecuente y se
relaciona con una disminución de la actividad de la lactasa. La incidencia
de diabetes aumenta progresivamente con la edad.
El exceso de peso se relaciona con una disminución de la
utilización periférica de la insulina.
Por lo que respecta a los hábitos alimentarios, conviene
investigar sobre la ingesta de hidratos de carbono, ya que a menudo la persona
mayor realiza dietas excesivamente ricas en glúcidos. Este hecho se explica por
la facilidad de masticación de estos alimentos, su precio asequible y su
sencilla preparación culinaria. También hay que tener en cuenta que, en el caso
de dietas pobres en leche, convendría vigilar la aportación de calcio.
3.2- Metabolismo
de los lípidos
Se describen variaciones en la concentración plasmática
de colesterol relacionadas con la edad y el sexo. En general, el nivel de
colesterol aumenta entre los 20 y los 50 años, se estabiliza y comienza a
disminuir a partir de los 70 años. En las mujeres, los niveles se mantienen
más elevados que en los hombres a partir de los 60 años. En cuanto al metabolismo
de los ácidos grasos esenciales (linoleico y linolénico} se describe una dificultad
para sintetizar los ácidos araquidónico y eicosapentanoico a partir de los
anteriores
Este hecho se relaciona con un déficit de
delta-6-desaturasa descrita en el envejecimiento.
Por esta razón a menudo se hace referencia a la conveniencia
de ingerir semanalmente pescado azul.
3.3- Metabolismo
de las proteínas
Se describen modificaciones en el metabolismo proteico, con
una menor participación del músculo y un mayor protagonismo del hígado y del
tubo digestivo. Al analizar la síntesis y el catabolismo proteico en relación
con la masa celular activa se comprueba que la persona mayor tiene un recambio
proteico más elevado que un adulto joven. La valoración de los requerimientos
proteicos se basa en la mínima cantidad de proteínas necesarias para mantener
el equilibrio nitrogenado entre entradas y las salidas. Desde el punto de vista
práctico, las recomendaciones proteicas para las personas mayores son las
mismas que para el adulto joven.
3.4- Metabolismo
de los minerales
Calcio. En el
adulto joven, una ingesta deficitaria de calcio se acompaña de un aumento de la
absorción intestinal de este mineral. En el anciano esta adaptación se pierde.
Por esta razón, conviene controlar la aportación de este mineral y
suplementarlo si es necesario.
Zinc, magnesio y selenio. Se han relacionado con el
estado inmunitario del anciano y el proceso de envejecimiento.
3.5- Metabolismo
de las vitaminas
No se han descrito modificaciones valorables en el metabolismo
de las vitaminas de la persona mayor, excepto en el caso de las personas
institucionalizadas con exposición solar nula, en las cuales se observan
déficit de vitamina D. Asimismo, algunos autores han descrito niveles bajos de
vitamina C, especialmente en hombres institucionalizados y durante el
invierno. Dietas con menos de 1.200 kcal frecuentemente son
deficitarias en la aportación de algunas vitaminas.
Factores de riesgo de desnutrición
Una de las labores primordiales de los equipos de Atención
Primaria y de los sanitarios en general es la prevención de enfermedades, y uno
de los factores reconocidos como desencadenante de complicaciones en la
población general y muy especialmente en la tercera edad es su estado
nutricional.
La identificación precoz de un estado de desnutrición
puede evitar el riesgo de producción de diferentes enfermedades, acortar la
estancia en un hospital facilitando la convalecencia o impedir la aparición de
una serie de complicaciones en cadena.
Existen diferentes estudios que valoran el estado
nutricional de la tercera edad. En
España el realizado con la población de la tercera edad
de Betanzos (La Coruña) por
Carvajal y cols., en el marco del estudio SÉNECA,
patrocinado por la Unión Europea, donde participaron 19 ciudades de 12 países
europeos. En este estudio19 se destaca que los déficit de ingesta de vitaminas
son las carencias más frecuentes: 77% en vitamina B6, 73% en carotenos, 70% en
vitamina D, 40% en ácido fólico, 18% en vitamina B12 (porcentajes de ingestas
por debajo de las recomendaciones. Sólo el 4,4% presentaba anemia, y las cifras
de albúmina eran superiores a 30-35 g/l en todos los individuos.
Fernández Ballrard y cols., en un estudio realizado en la
ciudad de Reus (Baix Camp), encontraron que la ingesta diaria energética,
lipídica y de hidratos de carbono es menor en el grupo de personas mayores de
60 años en comparación con las personas de edades inferiores (de 35 a 60), si
bien en este mismo estudio el equilibrio nutricional en la tercera edad era
mejor que en las personas más jóvenes20,21.
Clasificación de factores de
riesgo
En la literatura encontramos distintas clasificaciones de
los factores de riesgo de desnutrición. El informe de 1979 del Departamento de
Salud y Seguridad Social sobre hombres y mujeres en edad geriátrica de 6 áreas
de Inglaterra, Gales y Escocia asociaba la incidencia de desnutrición con los
factores de riesgo social y médico.
Exton-Smith halló que muchos de estos factores están interrelacionados.
Las personas que presentaban cuatro factores o más se consideraban con riesgo
de desnutrición22.
La Gerontology Nutrition Unit, de la Universidad de Londres,
en la búsqueda de factores que se pudieran identificar fácilmente, halló diez
factores de riesgo para hombres y mujeres no institucionalizados, que se
numeran a continuación.
1. Menos de 8 comidas principales, sean calientes o
frías, por semana.
2. Poca cantidad de leche.
3. Ausencia habitual de frutas y verduras.
4. No ingesta de la comida, incluso cuando se sirve
caliente y en buenas condiciones.
5. Períodos largos sin comer ni beber
6. Depresión o soledad
7. Cambio de peso inesperado, ya sea un aumento o una
pérdida significativa
8. Dificultadas para hacer la compra
9. Pobreza
10. Presencia de una incapacidad, incluyendo el
alcoholismo
Cada uno de estos riesgos es sólo un signo de peligro
potencial, que habrá que considerar en relación con los demás. Así, la soledad
por sí misma no es un riesgo, a no ser que se combine con otros, como por
ejemplo el déficit de ingesta.
Edad
Durante el proceso de envejecimiento se produce una disminución
de los requerimientos energéticos . También se pueden hallar algunos déficit de
vitaminas y minerales, por ejemplo de calcio, vitamina D, vitamina B6, vitamina
B12, etc.
El gusto de la comida también se altera, con un mantenimiento
de la percepción del dulce y una disminución del salado.
Enfermedades
Las más frecuentes que pueden alterar el estado nutricional
además de las patologías crónicas son:
· Todas las que provocan alteraciones de la movilidad y
dificultan la capacidad de autoalimentarse, como la artrosis o la enfermedad de
Parkinson.
· Cualquier infección aguda.
· Infecciones crónicas, como la tuberculosis.
· Las úlceras por presión, debido a la pérdida proteica
que las acompaña.
· Las neoplasias en general, por un aumento del metabolismo
basal y la liberación de sustancias de la inflamación (citocinas).
· Trastornos psiquiátricos.
· La depresión, a menudo asociada con anorexia. Su
prevalencia aumenta con la edad.
· La demencia senil, principalmente en la enfermedad de
Alzheimer. Estos enfermos presentan frecuentes trastornos del comportamiento alimentario,
desde el olvido de alimentarse solos hasta el rechazo de cualquier alimento.
Causas sociales
El aislamiento social (comer a solas) o físico (distancia
hasta los puntos de venta) pueden contribuir al estado de desnutrición.
La escasez de recursos económicos. Hay que recordar que
algunos alimentos proteicos de consumo habitual son caros (carne y pescado). No
lo son tanto la leche, el huevo y el pollo.
Causas
medicamentosas
La tercera edad es especialmente sensible a los efectos
adversos de los fármacos, y la polimedicación es muy frecuente. Es necesario
conocer las características de los fármacos más comúnmente recetados en este
grupo de edad.
Dietas
restrictivas
Cuando se recomiendan regímenes restrictivos, hay que ser
prudentes, ya que la monotonía engendra anorexia y favorece carencias
específicas nutricionales.
Otros factores
El estreñimiento, que provoca distensión abdominal y
pérdida de apetito
La dentición, entre la población de edad avanzada, es
frecuente, sufrir problemas de dentición. Puesto que la masticación se hace
dificultosa, estas personas suelen escoger alimentos blandos, muy ricos en
azúcares, dejando de lado las carnes y vegetales frescos. A menudo se asocian
una mala higiene y procesos inflamatorios bucales.
La desnutrición en el
envejecimiento
En todos los grupos de edad una correcta alimentación y
un correcto estado nutricional son elementos primordiales para conseguir un
buen nivel de salud. En el colectivo de la tercera edad el estado nutricional
requiere una particular atención.
¿La población anciana presenta desnutrición? y ¿la
desnutrición es un proceso fisiológico o patológico?. Para contestar a estas
dos preguntas es necesario conocer los parámetros que se utilizan para
determinar la desnutrición, dado que en ocasiones se emplean parámetros
validados para personas más jóvenes. Incluso cuando se emplean parámetros validados
para ancianos hay que tener en cuenta la idiosincrasia de cada población.
Los estudios epidemiológicos con frecuencia demuestran
deficiencias nutricionales en el anciano. Así en ancianos autosuficientes se ha
demostrado que más del 50% tienen un consumo de vitaminas y minerales por
debajo de las recomendaciones dietéticas y que entre un 10 y un 30% tenían
valores plasmáticos bajos23. En población anciana confinada en sus casas se ha
encontrado que el porcentaje de desnutrición es muy elevado; en un estudio, el 29% de las mujeres y 37% de los varones tenían un peso bajo,
en el 19% de los sujetos se detectó hipoalbuminemia y el 38% consumían menos
energía y proteínas de las necesarias.
Probablemente el estudio que más información ha aportado
sobre la relación entre el envejecimiento y la desnutrición sea el “Aging
Process Study” de Nuevo Mejico25. En él se estudiaron 304 ancianos sanos de los
que se investigaron sus hábitos diéteticos y se determinaron parámetros
antropométricos y bioquímicos de su estado nutricional. Los sujetos fueron
seguidos durante un período de nueve años (1980 y 1989) No se encontraron diferencias
en los datos antropométricos, bioquímicos ni en la ingesta dietética en el seguimiento.
Los cambios observados en la ingesta energética se atribuyeron a una disminución
del gasto energético debido a una pérdida de masa magra por la menor actividad
asociada a la edad.
La situación social de esta población es heterogénea y ha
sido estudiada en nuestro país por técnicos del Inserso26, estableciendo que el
81% de las personas ancianas vive acompañado el 53% por cónyuge y 24% en
familia, mientras que el 4% se encuentra alojado en régimen de residencia.
Únicamente el 19% vive solo, pero esta cifra se incrementa a partir de los 80
años, alcanzando un porcentaje del 21%.
La incidencia de desnutrición en geriatría se ha considerado
en cifras muy dispares según los diferentes autores y según los criterios
utilizados para evaluarla, oscilando entre un 15 y un 60% de las personas
ancianas hospitalizadas o en instituciones geriátricas27,28.
Generalmente se considera que el 50% de las personas mayores
de 65 años tienen, en el momento de su ingreso en un hospital, algún tipo de
desnutrición. Este porcentaje es muy diferente en las personas mayores sanas
que viven en su domicilio.
En un estudio realizado, en el Hospital do Meixoeiro de
Vigo, para validar un protocolo de detección de riesgo de desnutrición en una
población de pacientes ancianos ingresados por procesos agudos no quirúrgicos,
llegaron a la conclusión de que la prevalencia de malnutrición
proteico-energética era alta. La mayoría de los pacientes malnutridos presentaban
déficit leve del compartimento proteico visceral, estando relativamente bien conservados
los parámetros antropométricos29.
La secuencia de aparición de trastornos nutricionales en
las personas mayores pasa por diferentes etapas, éstas se suceden a una
velocidad más o menos rápida en función de la presencia o no de factores
desencadenantes, fundamentalmente de carácter inflamatorio (enfermedades
infecciosas, neoplasias), pero también de carácter psicosocial, como la depresión
o el ingreso en una residencia, a menudo causantes de anorexia y que tambiénpueden
precipitar la evolución.
Se presenta en forma de cascada conteniendo los
siguientes elementos:
a. Presencia de situaciones de riesgo que habrán de ser
identificadas y corregidas adecuadamente para evitar que aparezca el segundo
nivel.
b. Disminución de la ingesta alimentaria. Será más aguda
o más lenta dependiendo dela situación. En general, las personas ancianas tienen
una tendencia a simplificar yhacer más monótona su alimentación favoreciendo la
aparición de déficit específico.
Si no se produce una intervención suficiente consiguiendo
un nivel de ingesta correcto aparecerán modificaciones en la composición
corporal.
c. Cambios en los compartimientos corporales. Estos cambios
se pueden detectar con la medida de los parámetros antropométricos,
bioquímicos, hematológicos e inmunológicos. Habitualmente en este estadio es
posible diagnosticar una desnutrición.
d. Repercusiones en las funciones del organismo y en el
estado de salud en general.
Diagnóstico de enfermedades concretas relacionadas con déficit nutricionales.
Evaluación del estado nutricional
No se dispone de un único marcador para diagnosticar el
estado nutricional. Para conocerlo en la práctica clínica hemos de medir los
cambios que se producen en los diferentes compartimientos corporales o las
repercusiones funcionales ligadas a los cambios que se producen en cada uno de
los sistemas. Será importante conocer también la historia dietética, ya que nos
permitirá estar al tanto de los diferentes déficits y mejorar la planificación del
trabajo de renutrición.
Para realizar la historia alimentaria habrá que preguntar
por los hábitos previos y, si el paciente está ingresado, por los hábitos antes
de la hospitalización. Preguntaremos por la frecuencia y la cantidad de las
ingestas y los principales grupos de alimentos. Podemos interrogar sobre las
ingestas de los últimos meses, reforzado con un recordatorio de 2 o 3 días de
la última semana. El objetivo es conseguir información cualitativa y
cuantitativa sobre las ingestas habituales.
Intervención
Nutricional
Hay que luchar contra las falsas creencias y dichos
populares muy conocidos, que pretenden que las personas de edad avanzada
"han de comer menos porque tienen menos necesidades", o la tendencia
a suprimir ciertos alimentos considerados "dañinos", que
Enfermería Global Nº 2 Mayo 2003 Página 13 conducen a
limitar la variedad de la alimentación, tanto cualitativa como
cuantitativamente.
Al contrario, la información dietética tendría que
estimular el consumo de más alimentos que los utilizados habitualmente. Se
trataría de estimular a las personas ancianas a tener más imaginación en la
composición de sus comidas.
Las recomendaciones serán siempre personalizadas, nunca
estandarizadas.
Una vez identificados los factores de riesgo nutricional,
hemos de confirmar la sospecha y el diagnóstico.
El tipo de acción necesaria es a menudo muy simple y
básica: ayudas para ir a la compra, implicando a los vecinos o a un grupo de
voluntariado ayudas a domicilio para preparar la comida intervenciones no
estrictamente nutricionales, destinadas a estimular el paseo, la movilidad y la
independencia.
Otras veces el tratamiento será específico ante una causa
identificada (vit. B12, ácido Fólico, etc.) o ante la malnutrición. Las
principales prioridades serán21,22:
a. Programación de las comidas y una educación nutricional
simple que cubra el cambio de necesidades provocado por la enfermedad.
b. Vigilar la polimedicación sobre la nutrición.
c. Reconocer los peligros de la desnutrición en las intervenciones
quirúrgicas, en las hospitalizaciones de larga duración o en un tratamiento
médico. Este reconocimiento puede ayudar a prevenir una desnutrición recurrente
inicial.
d. Implantar hábitos de comer en las personas de edad dadas
de alta del hospital o bien que han sido diagnosticadas de desnutrición. Las
personas de la tercera edad tienen una capacidad de recuperación limitada; en
muchos casos, los déficits dietéticos preexistentes persisten después del alta,
en el que se ha llamado "síndrome de la puerta giratoria".
e. No hay que olvidar todas las medidas que permitan
prevenir y tratar la anorexia, causa y consecuencia de la desnutrición progresiva
de la persona de edad. Una comida agradable a la vista y al olfato produce más
apetito que una presentación descuidada. El aspecto de los purés también sigue
la misma lógica: podemos variar su apariencia aprovechando los diferentes
colores de las verduras y presentándolos en moldes variados, porque como se
dice popularmente "también se come con los ojos".
Aparte del tratamiento de la enfermedad de base y de los
aspectos nutricionales, en ciertos enfermos hay medicaciones que tienen un
potente efecto estimulante del apetito. La clave de la intervención nutricional
es empezar pronto, sin esperar a finalizar el estudio. Será necesario vigilar y
tener presente:
Que realice ejercicio físico adaptado a sus
circunstancias. La asociación de ejercicio físico y realimentación permite
mejorar el estado nutricional.
Que la ingesta sea variada y que conserve el aporte de
proteínas. No olvidar que el estrés (psíquico o físico) aumenta las
necesidades.
Ser muy riguroso en la prescripción de regímenes
restrictivos.
Vigilar el estreñimiento, a ser posible utilizando
medidas no farmacológicas (zumo de ciruela, líquidos, fibra en general, etc.).
Estar alerta ante la dentadura, postiza o no, y la
limpieza de la boca. Hay que favorecer la limpieza diaria de los dientes y la
visita periódica al dentista. La lengua saburral se puede limpiar de atrás
hacia delante tantas veces como sea necesario, con la ayuda de un cepillo de
dientes pediátrico y agua de bicarbonato.
La boca seca puede mejorarse con gargarismos de agua de
manzanilla con unas gotas de limón o zumo de piña y también sorbiendo cubitos
de hielo hechos con agua tónica o zumo de piña.
El dolor provocado por las aftas bucales se mejora con
lidocaína viscosa al 2 %. Se deben utilizar las formas galénicas que resulten
más fáciles de administrar y en el mínimo número posible.
CONCLUSIONES
Como muchos autores concluyen, el envejecimiento per se
no tiene consecuencias importantes sobre el estado nutricional de los ancianos
sanos, ya que los requerimientos de esta población no parecen diferir demasiado
de los de los adultos jóvenes, salvo por algunas pocas modificaciones30. El
anciano sano tiene un adecuado estado nutricional, pero sin embargo su
capacidad de responder al estrés (cirugía, traumatismo etc. ) está disminuida.
Por otra parte, cuando se ha investigado la ingesta
energética en pacientes ancianos ingresados por procesos agudos y se ha
comparado con el gasto calórico en reposo determinado por calorimetría
indirecta se ha demostrado que el balance energético es negativo, por lo que
estos pacientes tienen un importante riesgo de sufrir malnutrición durante su
estancia hospitalaria.
Hay que destacar el papel fundamental de las unidades de
nutrición hospitalarias multidisciplinares en el desarrollo de programas
dirigidos a otros profesionales del hospital para promover la valoración
nutricional como un aspecto más del abordaje terapéutico del paciente.
En conclusión, el envejecimiento normal no es, por sí mismo,
una causa de desnutrición en la población anciana sana. Por el contrario, los
ancianos con enfermedades crónicas o agudas y aquellos dependientes para las
actividades de la vida diaria están considerablemente peor nutridos y tienen
unos requerimientos específicos.
Desde el punto de vista sanitario, el objetivo del
estudio de la nutrición en el envejecimiento podría sintetizarse en añadir años
a la vida, añadir salud a la vida y añadir vida a los años.
ACTIVIDADES
resuelve el siguiente crucigrama...
|
VERTICAL
1. el
envejecimiento se caracteriza por....
4. Tipo de envejecimiento donde hay decremento cognitivo 5. Edad donde comienza la vejez 6. Tipo de envejecimiento donde hay decremento de las funciones sensoriales con el paso del tiempo 7. tipo de envejecimiento donde hay Decrecimiento de interacciones entre el adulto mayor y su entorno social |
HORIZONTAL
2.
Proceso ciclo y continuo donde hay deterioro físico fisiológico y mental
3. tipo de envejecimiento que Se refiere a los cambios que se producen en el cuerpo al paso del tiempo |